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El ocio nocturno gay en el s.XIX y XX

Jose M Gil




Los bares destinados al público gay y lésbico en el París de finales del s.XIX y principio del s.XX, consiguieron transformar el panorama del mítico barrio de Montmartre. En este contexto, debemos mencionar el Palmyre’s Bar. El Palmyre, fue un lugar de encuentro de la comunidad queer en Paris. Su propietaria, Palmire Louise Dumont nació en 1855 al norte de Francia y fue una consagrada propietaria del primer local lésbico de Paris.

Por allí pasaron celebridades de todo tipo, que convirtieron el local en todo un reclamo para turistas y locales. Algunos expertos apuntan que este hecho se debe en gran parte, a que durante la Revolución Francesa se había despenalizado la homosexualidad. Aunque posteriormente fuese perseguida a principios del s.XX. Sus puertas cerrarían con la muerte de su dueña en 1915, abriendo la veda a otros locales similares en la ciudad.

Pero, si debemos de hablar de locales de ambiente no podemos olvidarnos de mencionar el Paresis Hall en New York. Su nombre, deriva de la palabra “paresia”, nombre dado a aquellos que sufren la locura de la etapa avanzada de la sífilis. El nombre es una broma macabra, ya que la sífilis fue una ETS que asoló el mundo mucho antes de la llegada del VIH.

El local, estuvo situado en Bowery, cerca de Cooper Union y dirigido por James. T. Ellison, un mafioso homosexual que llevaba el club. El edificio donde estuvo situado estaba formado por el propio bar, así como de un jardín de cerveza. Además contaba en los pisos superiores de habitaciones, donde los clientes realizaban todo tipo de fantasías con los chicos del local. Se cree que fue muy popular entre 1890 a 1899, cuando consiguieron que cerrase. Fue objeto de muchas redadas policiales, así como ataques de la iglesia.

Algo muy llamativo fue, que una de estas habitaciones estuvo alquilada de forma permanente por la primera organización en defensa de los derechos de los transexuales, el Cercle Hermaphroditos. Allí, almacenaban ropa de mujer, para que los chicos que quisieran pudieran vestirla, sin ningún tipo de hostilidad o condena por ello.



Pero, el Paresis Hall, no fue el único local de ambiente gay que se encontraba en la gran manzana. Tanto en Bowery, como Bleecker Street, proliferaron los locales de ocio nocturno gay. En la zona de Bleecker Street se hicieron muy conocidos los locales Black Rabbit y Slide, donde se ofrecía show de sexo en vivo y prostitutos masculinos. En Bowery, además del Paresis, se encontraban el Manila Hall y el Little Bucks. Ambos, ofrecían show, comida y espectáculos, todo esto aderezado con prostitutos y sexo. Por último, el Sharon Hotel, fue el más conocido de la zona, hasta la llegada del Paresis Hall.

En 1899, un investigador visitó el local y según su relato, los hombres de allí se dedicaban en su mayoría a la prostitución, siendo muy parecido a lo que se veía en locales frecuentados por prostitutas femeninas. Los chicos trabajan sirviendo las mesas, complaciendo a los hombres y entreteniéndolos. Según su informe, muchos de ellos actuaban de forma “femenina”, se maquillaban y empolvaban la cara. E incluso, se llamaban los unos a los otros por nombres femeninos.

En la ciudad de la luz abría en 1917 sus puertas el Hotel Marigny. Esta maison estuvo situada en el II Distrito de París y tuvo entre sus clientes, a la crème de la crème de la ciudad de la luz. Uno de sus asiduos, fue el famoso novelista Marcel Proust, el cual frecuentaba locales de ambiente y burdeles gays. Acudía con nombre falso, e incluso hizo un trato con el gerente del Marigny, para poder espiar a los otros clientes a través de una mirilla. De esta forma, podría recabar experiencias e historias que podría plasmar en sus obras.

Sin embargo, este tipo de locales no proliferaron en el París de comienzos del s.XX, puesto que era frecuente las redadas y detenciones policiales. Napoleón II, llegó incluso a crear un cuerpo policial destinado exclusivamente a desarticular este tipo de clubes, el groupe des homos. En 1918, se efectuó una redada en el local, donde hallaron un total de 24 menores y 24 hombres adultos, entre los que estaba Marcel Proust.

España no se queda atrás en esto de locales de alterne LGTBI+. Los cabarets de temática gay fueron muy conocidos en la primera mitad del s.XX, aunque existieran leyes como la de 1928 que penasen los actos homosexuales. No sería hasta el año 1932 con la II República, que se derogará el Código Penal del 28, para legalizar las relaciones homosexuales, siempre y cuando no fuesen dentro del ejército.

Como hemos mencionado, fueron los cabarets, los que dieron un hogar al colectivo. Los más destacados fueron el Café de Levante y el Café del Vapor, ambos en Madrid. En algunos de estos locales, nacieron artistas del transformismo como Edmond de Bries o José Pérez Ocaña (del que os hemos hablado ya). El Salón de Fuencarral vio como Bries se convertía en una gran estrella. Su ambigüedad causó estupor y sensación a partes iguales, en un país sumamente católico, analfabeto y con muchos prejuicios. Fue tal su éxito que llegó hasta los teatros de París, así como a otros de distintas capitales europeas. Incluso, en 1924 daría el salto a las Américas para actuar en EE.UU, Argentina, Venezuela o Cuba, entre otros. Tuvo grandes éxitos en los teatros de Nueva York, pero acabaría volviendo a España. Adoraba vestir de flamenca, un rol en el que se sentía cómodo. Además, según el propio Bries nadie lo igualaba en el papel de folclórica.



En definitiva, estos tipos de locales no fueron solo lugares de alterne y antros de vicio y prostitución. Si no, que para muchos chicos fueron un apoyo y una familia, llegando a formar auténticas comunidades alrededor de estos locales. No quiere decir, que la prostitución fuese la mejor forma de vivir, ni mucho menos. Pero, no debemos olvidar, que vivieron en una sociedad que los repudiaba y rechazaba, por lo que estar con iguales les ayudó a tener una vida más reconfortante, si es que se podía. Además, lugares como el Paresis Hall ayudaron a sociabilizar y reunirse a muchos hombres y jóvenes que tenían miedo a decir lo que eran realmente. Muchos de los chicos que frecuentaron el salón del Paresis, llegaron incluso a movilizarse y organizarse para crear el Cercle Hermaphroditos, por lo que podemos decir que fueron más que burdeles o simples prostíbulos. Fueron comunidades, familia y sobre todo, hogares para muchos de estos chicos que se sentían incomprendidos por la sociedad.       


El matrimonio homosexual en la Historia

Jose M Gil

 

Los matrimonios homosexuales son legales en el mundo, desde hace relativamente poco. Pero, existen documentos, que asegura que muchos siglos antes existieron uniones, tanto civiles, como eclesiásticas entre personas del mismo sexo. Los romanos, ya contemplaban este tipo de uniones aunque no la veían con buenos ojos. Un claro ejemplo, lo encontramos durante el mandato de Nerón, el cual llegó a contraer matrimonio con su amante Esporo, aunque a un alto precio. Según cuentan, obligó al joven a usar la ropa de su ex mujer y por si eso no fuera poco, acabó castrándolo. Otro emperador que utilizó esta unión fue Heliogábalo, el cual llegó a casarse en múltiples ocasiones, dos de ellas con varones.  

Seguramente, pensareis que una vez el cristianismo se asentó como única religión, las cosas cambiarían. Pero no, hace unos años, el filólogo y profesor de lengua y literatura, Carlos Callón encontró en el Tombo del Monasterio de Celanova, lo que posiblemente sea uno de los documentos más importantes para el colectivo LGTBI+. El manuscrito, narraba la historia de Pedro Díaz y Muño Vandilaz. La pareja vivía en una casa colindante a la iglesia de Santa María de Ordes (fig.1), en la localidad de Rairiz de Veiga (Ourense). El texto, contaba con la aprobación del párroco de la pequeña ermita y contaba como el 16 de abril de 1061, ambos contrajeron “matrimonio” en dicha ermita. Este matrimonio eclesiástico, es uno de los primeros de Europa y es de suma importancia para la historia medieval y homosexual. Como bien sabemos, la Iglesia Católica persiguió duramente la sodomía durante esos siglos. Por lo que es, cuanto menos sorprendente encontrarnos ante un texto como este. Además, se encontraron contratos de sociedad entre Pedro y Muño datados de 1031, por lo que la pareja estuvo unida durante varias décadas, antes de contraer matrimonio.

Fig. 1. Iglesia de Santa María de Ordes.

Ese 16 de abril de 1061, ambos se comprometieron por escrito a poner sus vidas y actividades diarias en común, obligándose a tener las mismas amistades e incluso enemistades. Debian además compartir la ropa, la comida y la habitación. Desde ese momento se llamaron a sí mismos “amicos bonos cum fide et veritate” (fig. 2). Es cierto, que en el texto no se menciona la palabra matrimonio explícitamente. Esto es debido, a que no sería hasta el 1215 que la Iglesia Católica considerase sacramento del matrimonio a este tipo de uniones. Pero, como bien explica el experto Carlos Callón, esa unión implicaba los mismos derechos y deberes que cualquier otro matrimonio de la época.

Fig. 2. Caballeros medievales.

Este archivo tan importante, para la historia de España y para el colectivo LGTBI+, junto a muchos otros descubiertos por Callón en su trabajo de investigación “Amigos e sodomitas. A Configuración da homosexualidade na Idade Media” (fig. 3), descansan en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Fig. 3. Amigos e sodomitas. A Configuración da homosexualidade na Idade Media de Carlos Callón.

Pero, este no sería el único matrimonio entre dos personas del mismo sexo, que encontramos en los anales de la historia española. En 1885, surge el amor entre dos jóvenes gallegas, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga. Ambas se enamoraron perdidamente en la Escuela Normal de Maestras. El padre de Marcela sospechó desde el primer momento que ambas no tenían una relación de amigas corriente. Por este motivo, decidió enviar a su hija a Madrid, con la esperanza de que la distancia rompiera la estrecha “amistad”. Pero, ni la distancia ni los impedimentos de la época consiguieron que estas valientes mujeres dejasen de amarse.

Para continuar su amor sin sospechas, idearon un plan. Por un lado, Elisa comentó a sus vecinos y amigos que se iría a vivir a La Habana. Tras un tiempo de esto, se comenzó a ver a Marcela con un joven apuesto, pariente de su amiga Elisa, llamado Mario (fig. 4). Mario, era nada más y nada menos, que Elisa vistiendo de hombre. Basaron su mentira, en parte de una verdad, ya que Mario existió pero murió unos años antes, por lo que usurparon su identidad fácilmente. Esto no sería nada fácil en la actualidad, con la sobrexposición en redes sociales, pero en esa época donde aún se mandaban cartas (sí, eso que se escribe a mano y se echa en el buzón de correos) y todo era registrado en papel, era más fácil apropiarse de otra identidad.

Fig. 4. Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga

Con el tiempo, Elisa se acomodó a su nuevo rol, y comenzó a vestir y cortarse el pelo a la moda. Unos años después, en 1901, regresó a la Escuela Normal para pedir su certificado de estudios, alegando que había estado viviendo en Inglaterra y quería retomar los estudios.

Tras esto, el joven recibió el bautismo en la Iglesia de San Jorge, Además, pidió al párroco que lo casara con su novia de toda la vida, a lo que accedió sin saber la verdad. Sin perder tiempo, se casaron ese mismo día. La foto de su boda hoy es parte de la historia de la homosexualidad de España, por reflejar la lucha de dos mujeres que se negaron a que les dijesen como debían de vivir su vida y su amor.

Ambas jóvenes salieron pletóricas de la iglesia, comieron y fueron al local de moda del pueblo, donde se dejaron fotografiar (fig. 5). Incluso, fueron de luna de miel a Portugal, donde tenían parientes. Nada hacía presagiar que alguien las delataría al mismo párroco que las casó.

Fig. 5. Fotografía de boda de Marcela y Elisa (Mario).

El cura llamó a Elisa a la parroquia donde le preguntó si era o no una mujer. La chica rápida y avispada, le dijo que en su juventud la habían diagnosticado hermafroditismo. Su médico, viendo que se sentía más hombre que mujer, le recomendó continuar por la senda masculina. Pero, el párroco decidió llamar a varios médicos para que examinaran a la joven, dictaminando que no era hermafrodita, sino una mujer.

Antes de ser apresadas, decidieron huir a Oporto, donde cambiaron de identidad. Aunque, fueron descubiertas por las autoridades portuguesas y detenidas por falsificación de documentos. España, pidió su extradición pero en 1903 ambas consiguieron huir a Buenos Aires. Allí, Marcela dio a luz a una niña, y Elisa volvió a ser una mujer, esta vez llamada María, llegando incluso a casarse con un hombre.

Desde ese momento, se pierde la pista de ambas mujeres. Dos jóvenes valientes, que lucharon contra viento y marea. Contra una sociedad que les reprochó que amasen en libertad. Por eso, hoy día es tan importante las manifestaciones del Orgullo Gay, para que no hayan más Elisas y Marcelas en el mundo que tenga que ocultar al mundo su amor.   

¿Sabias qué? El Yule, la Navidad nórdica

Jose M Gil

 


Hemos hablado sobre las Saturnalia romana y como esta estaba estrechamente ligada con la festividad de Navidad. Pues bien, el Yule es otra de esas fiestas paganas que se mezclaron con la Navidad cristiana, aun siendo mucho más antigua.

El Yule, es una fiesta que se realizaba durante el solsticio de invierno (21 de diciembre). Esa noche, es la más larga del año y marca el final de la oscuridad y el principio de la luz. ¿Os suena?

Pues bien, es normal que muchas culturas del norte de Europa, sobre todo vikingos y celtas celebrasen esta fiesta en honor al triunfo de la vida sobre la muerte. Durante estas, las familias y los amigos se reunían y celebraban que estaban vivos, además de recordar a los que se habían quedado por el camino. Esta fiesta era celebrada durante varias semanas en torno a la fecha del solsticio de invierno. 

Rituales

Durante el Yule se colocaba dentro de los hogares un árbol que simulaba el Yggdrasil (el Gran Fresno de cuyas ramas surgen los Nueve Mundos). Este ritual, perdura hoy día con la colocación del árbol de Navidad en las casas (fig.1). Además, se sacrificaba una cabra en honor a Thor. Según el mito, este dios conducía un carro tirado por dos cabras que si se las comía, revivían mágicamente. Por tanto, la cabra empezó siendo una ofrenda, para terminar siendo un símbolo ya que era la que portaba las ofrendas.

Fig. 1. Árbol Yggdrasil y Árbol de Navidad.

En tierras más al norte, como en Finlandia, la cabra fue encarnada por un anciano llamado Joulupukki que traía regalos, otro mito que ha perdurado hasta nuestro días, aunque hoy en día conocemos al anciano como Papa Noel o Santa Claus.

Casualmente, en zonas donde existió conexión con estas culturas nórdicas y celtas, dichos mitos y personajes fueron asimilados, como fue el caso del País Vasco, donde existía la figura del Olentzero (fig.2). Incluso en otras regiones del norte de España, encontramos fiestas relacionadas con el solsticio de invierno como por ejemplo la de Zangarrón, un demonio vestido de paja que sale cada solsticio.

Fig. 2. Olentzero.

Navidad o Yule

Entonces, asimilando lo anterior, podemos decir que el Yule fue una fiesta que reunía a la familia al final de Diciembre, colocaba un árbol dentro de las casas y un ser mágico repartía regalos. Pero, ¿eso no es la Navidad actual?

Pues sí, como hemos comenzado diciendo al igual que ocurriera con la Saturnales, el Yule fue otra festividad pagana de la que los cristianos hicieron uso. Es más, esto mismo ocurrió con muchas otras celebraciones paganas que tenían que ver con los solsticios y equinoccios. El solsticio de verano con San Juan; el equinoccio de primavera o fiesta de Ostara con la Pascua cristiana; y el Samhain con la noche de todos los Santos. Es por esto, que los cristianos asimilaron aquellas festividades locales paganas que tenían que ver con el solsticio de invierno para fijar el nacimiento de Cristo: Yule en las tierras de nórdicas y la Saturnalia en la zona de Roma.

Fig. 3. Grabado donde se ve unos niños trasladando un árbol por Yule.

Esto fue fácil de asimilar, ya que parecía lógico que Cristo, el cual había venido al mundo para librar y salvar a la humanidad de la oscuridad, hubiera nacido en una fecha tan marcada como era el solsticio de invierno, ya que es ahí cuando la vida triunfa sobre la muerte.

Conclusión

En resumen, es innegable que parte de la esencia de la festividad del Yule, ha perdurado hasta nuestros días. El solsticio de invierno ha sido una fecha clave en muchas culturas, puesto que daba comienzo al fin de las cosechas, la recolecta y preservación para el duro invierno. Por tanto, es más que comprensible que culturas tan distantes pusieran sus ojos en esa fecha especial para reunirse con sus seres queridos, dar gracias por las cosechas y juntarse frente al fuego, algo que hacemos aun hoy.

Compositores clásicos en el armario

Jose M Gil


De sobra es sabido, que los genios clásicos suelen vivir atormentados en parte por su genialidad. Pero, en muchos casos también por su condición sexual. Muchos artistas debieron ocultar su condición homosexual por el miedo al que dirán, véase Caravaggio. Pero, no solo en el mundo del arte encontramos personajes LGTBI+, sino también en la música.

Muchos son los autores clásicos de renombre. Bach, Mozart, Beethoven o Wagner entre otros. Pero, algunos compusieron sus obras maestras gracias a la desazón que provocaba no poder estar con su ser amado. Pese a la opinión, de que la vida sexual de los artistas no influía o impactaba sobre su obra.

Un claro ejemplo lo encontramos en Chopin (1). Para muchos Frederic Chopin (1810-1849), tuvo una larga lista de intereses amorosos femeninos, entre los que se incluye la novelista francesa Aurore Dupin. Pero, historiadores como Antoni Pizá, sostienen que también se enamoró de jóvenes, como fue el caso de Titus Wociechowski. Según las investigaciones de Pizá a unas cartas entre Chopin y Titus, son claras las evidencias homosexuales entre ambos. Desde frases como “Te quiero besar” que dice en numerosas ocasiones, hasta “Te quiero besar con todo mi corazón sobre tus labios si me dejas”.

Fig. 1. Retrato de Frederic Chopin.

Otro compositor de renombre que se mantuvo dentro del armario fue Franz Schubert (1797-1828). Algunos de sus allegados, lo calificaban de “promiscuo” y de no “usual” en cuanto a su actividad sexual (fig.2). Esto, nos hace pensar que mantenía relaciones sexuales no solo con mujeres, sino también con hombres. Algo que es más que probable, ya que con ninguna de sus relaciones femeninas tuvo nada serio y que al igual que con Chopin, fuese más “cercano” y cariñoso con sus destinatarios masculinos.

Fig. 2. Retrato de Franz Schubert.

Quizás el compositor del que hablaremos a continuación sea algo desconocido, Federico II de Prusia (1712-1786). Sí, como habéis leído, Federico el Grande (fig.3), compuso varios conciertos de sonata e incluso, estudió con Johann Joachim Quantz. Fue tal su pasión por la música, que convirtió a Berlín en una de las grandes capitales musicales europea de su tiempo. Aunque, su verdadero amor y pasión fue el teniente Hans von Katte, con el cual compartía el gusto por la música y la literatura. El amor de estos jóvenes bien podría hacer palidecer la trama de cualquier serie o película actual, por lo que me guardo toda historia para el futuro.

Fig. 3. Federico II tocando la flauta travesera en un concierto en el palacio de Sanssouci. Óleo por A. A. von Henzel. Siglo XIX.

Por último, pero no menos importante, hablaremos de Pyotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893). Tchaikovsky (fig.4) nació en Votkinsk, una pequeña ciudad del Imperio Ruso. Sabemos, que mantuvo un matrimonio con Antonina Miliukova en 1877, pero fue tal el desastre de su unión que el compositor intentó suicidarse. Su matrimonio, fue un intento de esquivar los cotilleos de la gente a cerca de su sexualidad. En aquellos años, Rusia ya mantenía una prohibición absoluta sobre la homosexualidad, por lo que Tchaikovsky y su mujer fueron más que infelices. Todo esto lo sabemos, ya que unos musicólogos rusos tradujeron sin censura unas cartas del autor, donde revelaba sus sentimientos más íntimos. Según parece, durante la composición de Romeo y Julieta, Tchaikovsky estuvo enamorado de su pupilo Eduard Zak. De él escribía en su diario: “Me parece que nunca he amado a nadie tanto como a él”. Poco sabemos de Zak, salvo que poco después del estreno de la obra, se quitó la vida. Sin embargo, la relación que marcó a Tchaikovsky fue la que mantuvo con su sobrino, Vladimir Lvovich Davïdov. Según se cree, lo que tuvieron fue meramente platónico. Aunque, algo más que cariño fraternal había ya que existen unas apasionadas letras de este a su sobrino cuando estaba de giran en el extranjero.

Fig. 4. Fotografía de Tchaikovsky.

En definitiva, esto cuatro compositores de renombre escribieron y crearon grandes obras que hoy todos podemos escuchar y disfrutar. En muchas ocasiones, como hemos podido comprar, sus obras surgieron del amor hacia otros hombres o de la propia amargura por no poder estar con sus seres amados. Es innegable, que su condición sexual influyó en sus obras, ya que esa parte es imposible de borrar. Así que, espero haber conseguido, que conozcáis un poco más a los hombres tras las partituras y sobre todo, visibilizar y dar constancia de que la homosexualidad siempre ha estado presente, sea donde sea.

La bisexualidad a través de la Historia

Jose M Gil


El término “bisexualidad” aparece por primera vez en el s. XIX, pero no para referirse a la orientación sexual. Este concepto apareció incluso antes que los de homosexualidad y heterosexualidad, para definir a los organismos hermafroditas o a los que aún están en desarrollo temprano de su sexo. Por tanto, podemos decir que durante el s.XIX se entendía la bisexualidad como hermafroditismo, es decir, una fase aún inmadura del sexo.

Fue durante esta época, que se intentó explicar la atracción física de las personas por el mismo sexo, denominándola “inversión sexual”. Tiempo más tarde, Freud comenzaría a usar el término “bisexual”, para referirse a la atracción. Según el autor, todas las personas nacemos sin sentirnos atraídos hacia un sexo u otro (bisexualidad), y es cuando crecemos cuando escogemos una. Pero, muchos siglos antes ya existían mitos, leyendas e incluso personajes históricos, que fueron abiertamente bisexuales.

La cultura grecorromana, tiene un sinfín de mitos sobre el tema como hemos podido comprobar. Sus deidades poseían rasgos propios de los humanos, pasión, desdicha, celos y deseos de venganza. Por tanto, no era de extrañar, que al igual que ocurría en la sociedad griega y romana, sus dioses amasen y fornicaran tanto con hombres, como con mujeres.

Famosos son los amores de Zeus con muchas doncellas e incluso diosas, pero también estuvo relacionado con jovencitos como Ganímedes. Su hermano Poseidón, también estuvo con muchas mujeres e incluso hombres, como el príncipe Pélope. Hermes, Apolo y Dionisio también fueron grandes conquistadores. Entre sus presas encontramos tanto hombres, como mujeres. Dionisio con el joven Ampelo; Apolo con su mítico amor, Jacinto (fig.1); o Hermes con Crocos. No nos podemos olvidar del gaditanísimo Hércules/Heracles. Según los mitos, este semidios, mantuvo relaciones con hombres y mujeres, siendo posiblemente su gran amor el de su compañero de armas, Iolao/Yolao. Aunque también estuvo con reinas como Onfalia o semidioses como Abdero (hijo de Hermes).

Fig. 1. Apolo y Jacinto (1771) de Benjamin West.

Aunque no solo la cultura grecorromana gozó de mitos y leyendas de carácter bisexual. Al otro lado del océano Atlántico, los indios navajos tenían su propia deidad bisexual. Para esta cultura, Ahsonnutli fue el padre de todos los dioses. Según su mito, creó la Tierra y los cielos. El firmamento creado por este dios estuvo protegido en sus cuatro puntos cardinales, por cuatro gigantes representados por colores. Además de esto, Anshonnutli fue considerado un dios bisexual por sus distintos amoríos con hombres y mujeres de la cultura navaja.

Otras culturas como la nórdica o la celta, también tuvieron una predisposición especial hacia la bisexualidad. Famosos son los relatos en sagas, de cómo los vikingos violaban a los hombres y mujeres de las tribus vencidas. Un claro ejemplo lo encontramos en la saga de Guðmundar Dyra. En ella, el protagonista Guðmundr captura y planea violar a un hombre y una mujer, como humillación sexual y social ante los demás.

Aunque, posiblemente donde existiera una gran diversidad sexual fuera en las culturas precolombinas. Mayas, Aztecas e Incas, aceptaron y compartieron una libertad sexual. Los cronistas relataron durante tres siglos (XV, XVI y XVIII), toda la diversidad de condiciones sexuales existentes en suelo americano. Mediante las crónicas podemos conocer como los incas, adoraban al dios Chuqui Chinchay, que protegía y velaba por aquellos que según ellos tenían dos naturas.

Algunos cronistas, también relatan como en la zona ecuatoriana, el cacique Tumballá de la isla Puná (fig. 2) tenía en su harem a mujeres e incluso a varios hombres. Estos estaban totalmente cubiertos de oro y piedras preciosas. Para estas culturas, la bisexualidad, homosexualidad o las personas transgéneros, eran seres mágicos, puesto que sus dioses tenían esa misma diversidad sexual. Todo terminaría con la llegada de religiones monoteístas, con un fuerte carácter censor sobre la sexualidad de la población.

Fig. 2. Busto del Cacique Tumballá.

Pese a esto, encontramos muchos personajes relevantes de la historia, que fueron abiertamente bisexuales. Desde reyes y emperadores, hasta héroes, científicos y artistas importantes. De sobra es conocida, la vida del mítico Alejandro Magno. Este gran monarca se casó con varias mujeres, pero se sabe que también tuvo relaciones con hombres como su fiel general Hefestión (fig. 3). La Guerra de Troya, se creía una fábula, pero ahora sabemos que es una realidad. Aquiles, gran guerrero de elle, fue abiertamente bisexual. Teniendo relaciones con hombres y mujeres, siendo Patroclo su gran amor.

En la vida de Julio César, encontramos una anécdota, por la que podemos pensar que fue bisexual, y es su affaire con Nicomedes IV, rey de Bitinia del cual salió su apodo de "la reina de Bitinia". Julio César por aquel entonces era para muchas mujeres el prototipo de hombre. Se contaba que tenía en su lecho a muchas mujeres, pero posiblemente también a hombres. Esto no fue algo exclusivo de él, sino que a lo largo del Imperio Romano, encontramos muchos emperadores, que tuvieron tanto a mujeres, como a hombres en su alcoba. Cómodo, Adriano, Nerón o Calígula entre otros, fueron famosos por tener relaciones sexuales con ambos sexos.

En cuanto a las mujeres, debemos decir, que encontramos pocos relatos de bisexualidad femenina en la historia. Posiblemente, porque el papel de estas en la historia hasta no hace mucho, estuvo relegado a un segundo lugar. Pese a esto, podemos hablar de algunas mujeres importantes, como la poetisa Safo de Lesbos. Según las leyendas Safo estuvo con hombres y mujeres, un poco inusual en la Antigua Grecia, puesto que la bisexualidad y homosexualidad estaba normalizada entre el sexo masculino, pero no tanto en el femenino.

Fig. 3. Fotograma de la película Alejandro Magno (2004) dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Colin Farrel como el gran Alejandro Mango y Jared Leto como su fiel compañero Hefestion. 

También, encontramos el relato de las piratas Anne Bonny y Mary Read (fig. 4). Y como junto al capitán del navío Rackham, formaron un trío amoroso. Juntos atracaron y robaron barcos por todas las Bahamas. Eran imparables y temidos. Formaban una relación consolidada y abiertamente bisexual. Pese a todo, Rackham, Bonny y Read fueron apresados y condenados a muerte.

En conclusión, antes de la llegada de términos, conceptos y de encasillar a las personas por su forma de amar, existieron culturas, mitos y personajes que vivieron su amor libremente. En muchas civilizaciones, se valoraba la belleza, más que el sexo que tuviera la persona. Por eso, no debe extrañarnos encontrar tantísimos mitos sobre dioses, que mantenían relaciones con hombres y mujeres, por igual. Y que por consiguiente, las personas hicieran lo mismo. Porque al fin y al cabo, los dioses fueron el reflejo de lo que ocurría en la sociedad.

Fig. 4. Escultura de Anne Bonny y Mary Read. 

Para saber más

Fernández Aller, M. (2016): El homoerotismo femenino en la Grecia Antigua en R. Cordeiro Macenlle y A. Vázquez Martínez (eds.), Estudo de Arqueoloxía, Prehistoria e Historia Antiga: achegas dos novos investigadores, Santiago de Compostela, 241-256.

González Saceda, I. (2013): Manifestaciones homoeróticas masculinas a través de la mitología griega, Madrid.

Hubbard, Thomas K. (2003): Homosexuality in Greece and Rome, a Sourcebook of Basic Documents. Los Angeles, London.

Stigers, E. (1981): Sappho’s private world en P. F. Helene (ed.), Reflections of women in Antiquity, Columbia, 45-62.


Cristina y Ana, dos reinas orgullosas

Jose M Gil


La historia esta plagada de amores prohibidos, pero en la mayoría de los casos compuesto por hombres. Las mujeres, como bien hemos mencionado en muchos artículos, quedaron relegadas a un segundo e incluso tercer plano en muchas culturas. Ya ni mencionar si eran lesbianas o no.

Para los romanos, que una mujer mantuviera relaciones sexuales con otra mujer era ir contranatura, puesto que quería usurpar el papel de un hombre (fig. 1). En los siglos venideros, la cosa no cambió mucho.

Fig. 1. Cerámica griega de una mujer utilizando consoladores.

Pero, existieron mujeres que se enfrentaron a su destino como fue el caso de Cristina de Suecia (fig. 2). Cristina fue la primogénita del rey Gustavo II Adolfo y pertenecía a la dinastía real de los Vasa, iniciada en 1521.

En un mundo regido por hombres, Cristina fue proclamada reina en 1632, con tan solo seis años, tras fallecer su padre en la guerra. Fue una monarca controvertida, puesto que era inteligente, impulsiva, y tenía un sentido de humor picante. Además, le encantaba romper la reglas, vistiendo como hombre y retratándose así (fig.3).

Aunque, posiblemente lo más controvertido de su vida fuese su ambigüedad sexual. Ya desde su nacimiento, ni los médicos sabían si era varón o hembra. Es por esto, que inicialmente anunciaron que había nacido un heredero. No fue, hasta el día siguiente de su nacimiento que su tía se atreviese a contarle al rey Gustavo II Adolfo, que era niña.

Fig. 2. Retrato de Cristina de Suecia (1670-75), por Jacob Ferdinand Voet. 

Cristina fue criada como un príncipe. Aprendió idiomas tanto clásicos, como extranjeros. Además, fue instruida en esgrima y a andar a caballo. Hasta ese momento, las mujeres no tenían permitido aprender y ser cultas. Según cuentan, Cristina consumía libros cada día y tenía un enorme apetito intelectual, que incluía la filosofía y la astronomía.

Al acabar la Guerra de los Treinta Años, muchos intelectuales viajaron a Suecia atraídos en gran parte por la biblioteca personal de Cristina. La cual, se había convertido en una de las más admiradas del continente. También fue una gran amante del arte y una mecenas relevante. Siendo este el legado más importante que dejó a su país.

Fig. 3. Retrato de Cristina a caballo (1653), por Sebastien Bourdon.

Se dice incluso, que fue coronada como rey y no reina, algo que acrecentaría su comportamiento masculino. Según la historiadora de arte Therese Sjovoll: «Cristina realmente tenía la seguridad de un rey. A pesar de ser mujer fue criada como un príncipe y fue coronada como rey de Suecia. No reina, rey«.

Es por esto, que desde joven ya corrieron rumores sobre su condición sexual. Según los historiadores, su dama de compañía Ebba Sparre (fig. 4), no solo era su íntima y mejor amiga, sino que también era su amante. Algo que se ha podido entrever, en varias cartas escritas entre ellas que hoy en día se conservan. También, estos rumores se vieron acrecentados por su negativa tanto a casarse, como a tener hijos.

Veronica Buckley, en 2005, escribió la biografía de la reina y la describía de tal forma: «Caminaba como un hombre, se sentaba y cabalgaba como un hombre, y podía comer y maldecir como el soldado más rudo. Su voz era profunda y áspera, y su temperamento caliente: sus sirvientes no eran ajenos a golpes ni contusiones«.

Fig. 4. Retrato de Ebba Sparre (1653), por Sebastien Bourdon.

Poco duró en el trono, ya que, al poco de ser reina ya quería dejar el trabajo. A los 23 años, ideó una forma de abdicar muy controvertida, se cambio al catolicismo. Suecia era protestante y con este cambio, provocó el rechazo del pueblo dejando la puerta abierta a la abdicación a su primo Carlos Gustavo.

Tras esto, su intención era mudarse a Roma, no por temas espirituales, sino porque la ciudad eterna era la capital del arte en aquel entonces. Allí, se convirtió en una mecenas abriendo teatros, fundando academias literarias y llevando el arte por bandera.

Murió en 1689 a la edad de 62 años en una gran pompa por parte del pueblo romano. Se embalsamó su cuerpo y se expuso durante cuatro días. Luego, fue enterrada en las grutas del Vaticano, siendo una de las pocas mujeres enterradas allí (fig. 5). Es cuanto menos curioso, que una mujer de su supuesta condición sexual acabase siendo enterrada, en un lugar que ha maltratado y perseguido al colectivo LGTB.

Fig. 5. Monumento a Cristina de Suecia en la Basílica de San Pedro Roma (1702), creado por Jean-Pol Grandmont. 

Distinto fue lo acontecido en la vida de la reina Ana de Inglaterra (fig. 6). Se podría decir de ella que vivió el amor en todos sus sentidos. Tuvo 19 hijos, un triángulo amoroso con dos mujeres y fue la última de la dinastía de los Estuardo en reinar sobre Gran Bretaña. Todo lo necesario para una serie de Netflix.

Su vida estuvo marcada por muchas crisis relacionadas con la sucesión de la corona. Tanto su hermana, como ella fueron incapaces de tener un hijo que viviese. Por otro lado, estaba el problema entre Escocia e Inglaterra por el sucesor.

Fig. 6 Retrato de Ana de Inglaterra (1705), por Michael Dahl.

Posiblemente, este fuese el motivo por el que acabó refugiándose en los brazos de su amiga y amante Sarah Jennings Churchill, duquesa de Marborough (fig. 7), esposa de John Churchill. Poco después, aparecería en escena Abigail Masham (fig.8), prima de Sarah, quien entró a trabajar en palacio y se ganó pronto el beneplácito de la monarca.

Su llegada, provocó los celos de Sarah, puesto que Abigail era una joven afable y con pensamientos muy parecidos a la reina. Muchos autores apuntan, que antes de la llegada de la joven, entre la reina Ana y Sara Churchill existía una correspondencia bastante hot.

Fig. 7. Retrato de Sarah Churchill (1700), por Godfrey Kneller.

El temperamento volátil de la reina y los celos enfermizos de Sarah, provocaron muchas habladurías en la corte. De tal forma, que Ana Estuardo ordenó que Abigail durmiese en habitaciones contiguas a la suya, que su momento pertenecían a la duquesa de Marborough.

Aquello acabó, cuando la monarca en 1710 escribió una carta al duque de Marborough, informándole que no deseaba volver a ver más a su esposa. Esta encolerizada, pidió ver a la reina, pero jamás sucedió. Poco después, en 1714, invalida y casi incapacitada moría la reina Ana a los 49 años junto a su amada Abigail, siendo enterrada después en la Abadia de Westmister. 

Fig. 8. Retrato de Abigail Masham.

Como hemos podido ver, las vidas de estas monarcas fueron cuanto menos controvertidas. De la primera Greta Garbo (otra que se dice que fue del colectivo LGBT), protagonizó la película inspirada en la vida de la monarca en 1933. De la segunda, recientemente encontramos la película del aclamado director Yorgos Lanthimos “La Favorita” (2018), protagonizada por Olivia Colman en el papel de la reina Ana, Rachel Weisz como la Duquesa de Marborough y Emma Stone como Abigail Masham (fig. 9).

En resumen, ambas reinas fueron en contra de lo establecido, no solo por ser reinas en un mundo dominado por hombres, sino de amar a quienes quisieron pese a las consecuencias. Hoy siendo 8 de marzo, debemos recordar la historia de estas y de muchas otras, que lucharon por la igualdad en los derechos de la mujer, derechos como los de amar libremente.

Fig. 9. Emma Stone, Olivia Colman, y Rachel Weisz en La Favorita (2018).


Para saber más

Buckley, V. (2005): Christina, Queen of Sweden. London: Harper Perennial.

Ferrer, S. (2014): La primera reina británica, Ana Estuardo (1665-1714).

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