El matrimonio homosexual en la Historia

Jose M Gil

 

Los matrimonios homosexuales son legales en el mundo, desde hace relativamente poco. Pero, existen documentos, que asegura que muchos siglos antes existieron uniones, tanto civiles, como eclesiásticas entre personas del mismo sexo. Los romanos, ya contemplaban este tipo de uniones aunque no la veían con buenos ojos. Un claro ejemplo, lo encontramos durante el mandato de Nerón, el cual llegó a contraer matrimonio con su amante Esporo, aunque a un alto precio. Según cuentan, obligó al joven a usar la ropa de su ex mujer y por si eso no fuera poco, acabó castrándolo. Otro emperador que utilizó esta unión fue Heliogábalo, el cual llegó a casarse en múltiples ocasiones, dos de ellas con varones.  

Seguramente, pensareis que una vez el cristianismo se asentó como única religión, las cosas cambiarían. Pero no, hace unos años, el filólogo y profesor de lengua y literatura, Carlos Callón encontró en el Tombo del Monasterio de Celanova, lo que posiblemente sea uno de los documentos más importantes para el colectivo LGTBI+. El manuscrito, narraba la historia de Pedro Díaz y Muño Vandilaz. La pareja vivía en una casa colindante a la iglesia de Santa María de Ordes (fig.1), en la localidad de Rairiz de Veiga (Ourense). El texto, contaba con la aprobación del párroco de la pequeña ermita y contaba como el 16 de abril de 1061, ambos contrajeron “matrimonio” en dicha ermita. Este matrimonio eclesiástico, es uno de los primeros de Europa y es de suma importancia para la historia medieval y homosexual. Como bien sabemos, la Iglesia Católica persiguió duramente la sodomía durante esos siglos. Por lo que es, cuanto menos sorprendente encontrarnos ante un texto como este. Además, se encontraron contratos de sociedad entre Pedro y Muño datados de 1031, por lo que la pareja estuvo unida durante varias décadas, antes de contraer matrimonio.

Fig. 1. Iglesia de Santa María de Ordes.

Ese 16 de abril de 1061, ambos se comprometieron por escrito a poner sus vidas y actividades diarias en común, obligándose a tener las mismas amistades e incluso enemistades. Debian además compartir la ropa, la comida y la habitación. Desde ese momento se llamaron a sí mismos “amicos bonos cum fide et veritate” (fig. 2). Es cierto, que en el texto no se menciona la palabra matrimonio explícitamente. Esto es debido, a que no sería hasta el 1215 que la Iglesia Católica considerase sacramento del matrimonio a este tipo de uniones. Pero, como bien explica el experto Carlos Callón, esa unión implicaba los mismos derechos y deberes que cualquier otro matrimonio de la época.

Fig. 2. Caballeros medievales.

Este archivo tan importante, para la historia de España y para el colectivo LGTBI+, junto a muchos otros descubiertos por Callón en su trabajo de investigación “Amigos e sodomitas. A Configuración da homosexualidade na Idade Media” (fig. 3), descansan en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Fig. 3. Amigos e sodomitas. A Configuración da homosexualidade na Idade Media de Carlos Callón.

Pero, este no sería el único matrimonio entre dos personas del mismo sexo, que encontramos en los anales de la historia española. En 1885, surge el amor entre dos jóvenes gallegas, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga. Ambas se enamoraron perdidamente en la Escuela Normal de Maestras. El padre de Marcela sospechó desde el primer momento que ambas no tenían una relación de amigas corriente. Por este motivo, decidió enviar a su hija a Madrid, con la esperanza de que la distancia rompiera la estrecha “amistad”. Pero, ni la distancia ni los impedimentos de la época consiguieron que estas valientes mujeres dejasen de amarse.

Para continuar su amor sin sospechas, idearon un plan. Por un lado, Elisa comentó a sus vecinos y amigos que se iría a vivir a La Habana. Tras un tiempo de esto, se comenzó a ver a Marcela con un joven apuesto, pariente de su amiga Elisa, llamado Mario (fig. 4). Mario, era nada más y nada menos, que Elisa vistiendo de hombre. Basaron su mentira, en parte de una verdad, ya que Mario existió pero murió unos años antes, por lo que usurparon su identidad fácilmente. Esto no sería nada fácil en la actualidad, con la sobrexposición en redes sociales, pero en esa época donde aún se mandaban cartas (sí, eso que se escribe a mano y se echa en el buzón de correos) y todo era registrado en papel, era más fácil apropiarse de otra identidad.

Fig. 4. Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga

Con el tiempo, Elisa se acomodó a su nuevo rol, y comenzó a vestir y cortarse el pelo a la moda. Unos años después, en 1901, regresó a la Escuela Normal para pedir su certificado de estudios, alegando que había estado viviendo en Inglaterra y quería retomar los estudios.

Tras esto, el joven recibió el bautismo en la Iglesia de San Jorge, Además, pidió al párroco que lo casara con su novia de toda la vida, a lo que accedió sin saber la verdad. Sin perder tiempo, se casaron ese mismo día. La foto de su boda hoy es parte de la historia de la homosexualidad de España, por reflejar la lucha de dos mujeres que se negaron a que les dijesen como debían de vivir su vida y su amor.

Ambas jóvenes salieron pletóricas de la iglesia, comieron y fueron al local de moda del pueblo, donde se dejaron fotografiar (fig. 5). Incluso, fueron de luna de miel a Portugal, donde tenían parientes. Nada hacía presagiar que alguien las delataría al mismo párroco que las casó.

Fig. 5. Fotografía de boda de Marcela y Elisa (Mario).

El cura llamó a Elisa a la parroquia donde le preguntó si era o no una mujer. La chica rápida y avispada, le dijo que en su juventud la habían diagnosticado hermafroditismo. Su médico, viendo que se sentía más hombre que mujer, le recomendó continuar por la senda masculina. Pero, el párroco decidió llamar a varios médicos para que examinaran a la joven, dictaminando que no era hermafrodita, sino una mujer.

Antes de ser apresadas, decidieron huir a Oporto, donde cambiaron de identidad. Aunque, fueron descubiertas por las autoridades portuguesas y detenidas por falsificación de documentos. España, pidió su extradición pero en 1903 ambas consiguieron huir a Buenos Aires. Allí, Marcela dio a luz a una niña, y Elisa volvió a ser una mujer, esta vez llamada María, llegando incluso a casarse con un hombre.

Desde ese momento, se pierde la pista de ambas mujeres. Dos jóvenes valientes, que lucharon contra viento y marea. Contra una sociedad que les reprochó que amasen en libertad. Por eso, hoy día es tan importante las manifestaciones del Orgullo Gay, para que no hayan más Elisas y Marcelas en el mundo que tenga que ocultar al mundo su amor.   

Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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