De
sobra es conocido que los dioses grecolatinos se encamaban a diestro y
siniestro con todo ser viviente. Todas esas relaciones amorosas y sexuales no
eran más que el reflejo de las relaciones grecorromanas reales. Las relaciones
homosexuales de dioses con hombres también fueron muy proliferas. No debemos
olvidar, que este tipo de relaciones solo estaban bien consideradas en las
clases dominantes de la sociedad. De igual forma, los griegos veían el amor de
una forma muy distinta a como se concibe hoy en día. Una cosa era procrear y
engendrar estirpe, y otra muy diferentes enamorarse. Gracias a las fábulas e
historias que se narraban en esa época, el amor estaba considerado como algo
divino, casi inalcanzable. De ahí, que muchos mitos sobre héroes y semidioses estén
ligados a relaciones entre divinidades y hombres. En esta nueva entrada, haremos un
breve resumen de todas esas historias de amor no tan conocidas, y de cómo
dioses tan grandes como Zeus o Poseidón quedaron prendados de diversos jóvenes.
Zeus
Ganimedes
era el hijo del rey de Troya Tros. El joven era de tal belleza que no pasó desapercibida
ni a hombres ni a dioses. Su padre celoso de que lo raptasen o violasen le
impuso guardias y tutores a todas horas. La historia relata como un día, el
joven estaba refrescándose tras una sesión de estudios en un lago. Zeus desde
las alturas lo contempló y quedó prendando del joven de inmediato.
Zeus
nunca fue conocido por su paciencia a la hora de conquistar a sus presas, por
lo que se convirtió en águila y descendió de los cielos. Con una rapidez propia
de dioses, se abalanzó sobre el muchacho y lo atrapó por los talones.
El
dios llevó al joven al Olimpo donde enseguida se encamó con él. Para poder
mantenerlo en allí, Zeus lo nombró su copero personal, destituyendo en el
proceso a su hija Hebe. El copero era el encargado de servir el néctar a los
dioses, por lo que Ganimedes se codeó con todos los dioses, los cuales estaban
encantados de su presencia.
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Zeus cortejando a Ganimedes |
El padre del joven lloró desconsolado durante días, tal fue su pena que Zeus para compensar la perdida le regaló dos yeguas blancas inmortales capaces de andar sobre el agua. Tros ahora feliz recorrió sus dominios a toda velocidad, olvidando a su hijo en proceso.
Se
cuenta que la diosa Hera (esposa de Zeus), no pudo contener la rabia de todo lo
acontecido y destruyó a los troyanos. Zeus por su parte, convirtió al joven
Ganimedes en una constelación, para que todos pudieran contemplar su belleza
desde la tierra.
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Escultura de Zeus y Ganimedes |
Poseidón
La
península del Peloponeso debe su nombre a Pélope, un amante del dios Poseidón. Pélope
era hijo del rey Tántalo de Anatolia. Tántalo fue hijo y amigo de Zeus, rey de
los dioses. Tal fue la confianza depositada del dios en su hijo, que lo invitó en
numerosas ocasiones a festines en el Olimpo. Pero el rey, sediento de avaricia
robó el néctar de los dioses. Un buen día, Tántalos invitó a los dioses a su
morada para festejar e intentar igualarse a estos. La comida ofrecida ese día
era su propio hijo Pélope. Ningún dios salvo Démeter, comió del joven. La
diosa, algo despistada por el rapto de su hija Perséfone, se comió el hombro
del joven.
Los
dioses al saber de aquella atrocidad castigaron a Tántalo y devolvieron la vida
a Pélope. Como Deméter se había comido un trozo del hombro, está en su lugar le
colocó un trozo de mármol blanco, duro como el diamante. Desde ese momento, la estirpe de Pélope se caracterizó por esta tara en el hombro.
Si
el joven antes de semejante desdicha era bello, tras su resurrección lo era aún
más, tanto que Poseidón quedó prendado de él. El dios se llevó al joven al
Olimpo y lo convirtió en su amante y copero oficial. Incluso le dejó pilotar el
carruaje del dios, algo poco frecuente.
Pero
los dioses recelosos por lo que había ocurrido con el padre del chico, no veían
con buenos ojos la estancia de Pélope en el Olimpo, por lo que Poseidón lo
mandó de vuelta a la tierra.
Allí
el joven decidió casarse con Hipodamia, hija del rey de Olimpia. Para conseguir
su mano los pretendientes debían vencer al monarca en una carrera de carros. Al
rey de Olimpia le había vaticinado que su futuro yerno lo mataría, por lo que ya había
acabado con más de una treintena de pretendientes de su hija. Poseidón para que su antiguo
amante no sufriera la misma suerte le regaló un carro tirado por caballos
alados y le ofreció los servicios de Mírtilo, un auriga de grandes facultades.
Pélope
gana la carrera y asesina al rey de Olimpia y a Mírtilo, el cual antes de morir
maldice al joven. Los nietos y bisnietos de Pélope sufrieron esta maldición,
siendo de los más conocidos Melenao, esposo de Helena de Troya.
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Pélope montado en el carruaje regalado por Poseidón |
Heracles
El
semidiós Hércules, reconvertido en dios también tuvo sus más y sus menos con el
amor. Al igual que ocurriese con su padre Zeus, Heracles era algo ambiguo con
sus relaciones. De sobra son conocidas sus doce pruebas (de las que hemos
hablado en otro post) para remendar su afrenta al asesinar a sus hijos y
esposa. Pero no solo tuvo amantes féminas, sino que también se le conocen
varios amantes masculinos. Según Plutarco los amantes masculinos de Heracles
eran tantos que era imposible contarlos. Los más destacados fueron Abdero,
Hylas y Yolao.
Abdero
y Heracles mantuvieron una relación durante el periodo de las doce pruebas del
dios. Abdero era hijo del dios Hermes y gozaba de una belleza sin igual. Cuenta
el mito que durante su prueba octava Heracles tuvo que robar las yeguas de
Diómedes. Una vez capturadas dejó las yeguas al cuidado de Abdero. Por lo
visto, el semidiós maltrataba a las yeguas, que acabaron por matarlo y comérselo.
Como venganza, Heracles devuelve las yeguas a Diómedes, no sin antes hacer que
estas se coman a su antiguo dueño.
El
segundo amante masculino más conocido de Heracles fue Yolao. Según algunos
escritos fue además de su amante, su sobrino. La leyenda cuenta que durante la
prueba de matar a la Hydra de Lerma, Yolao ayudó a Heracles a poner fin a la
bestia. Además de eso, ayudó a capturar el ganado de Gerión. Cuando Heracles muere,
Yolao baja al inframundo y le pide a Hades que le dejase una hora más con su
amado. El recuerdo de tal heroicidad por amor fue tal, que se le veneró como a
un dios en la ciudad de Tebas. Esta ciudad fue famosa por albergar un escuadrón
de solados, famoso por ser todos parejas homosexuales. Sus integrantes juraban
fidelidad y amor eterno frente a la tumba de Yolao, se les conoció como El Batallón
Sagrado de Tebas.
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Heracles y Yolao matando a la Hydra de Lerma |
Apolo
Apolo
es otro de esos dioses que se prodigó en eso de las relaciones homosexuales.
Hasta tres amantes masculinos se le conocen, Jacinto, Cipariso e Himeneo. El
primero posiblemente sea el más conocido puesto que es el mito más conocido.
Cuanta
la leyenda que Apolo se enamoró perdidamente del bello Jacinto. Tal era su
belleza que varios dioses se disputaban sus favores, pero fue Apolo el escogido
por el mortal. Un día estaban ambos amantes disfrutando de la naturaleza, mientras jugaban con un disco. Apolo para impresionar a su amado lanzó el disco con
todas sus fuerzas. Jacinto por tu parte, intentó cogerlo aun siendo mortal, para impresionarlo también. Lo
que nadie esperaba es que el dios Céfiro (dios del viento) celoso y enamorado
de Jacinto, desvió el disco que impactó en la cabeza del joven. Murió en el
acto, pero Apolo no consintió que Hades se llevase a su joven amado al
inframundo, por lo que lo convirtió en una bella flor, el Jacinto. Las lágrimas
del dios se derramaron por la flor y desde entonces el Jacinto se convirtió en símbolo
de luto.
Muerte de Jacinto |
Dionisio
Según
cuenta el mito el primer amor del dios Dionisio fue un joven efebo llamado
Ampelo. Dionisio jugaba con el joven y los sátiros en las orillas del rio
Patolo, en Lidia. Dionisio estaba prendado del joven. Contemplaba sus largos
cabellos a la luz del sol, mientras salía este del agua. Era tal su amor por el
joven que se ponía celoso por como este jugaba con los sátiros. Por esto quiso
ser el único con el que jugase Ampelo. Luchaban y forcejeaban por el suelo con
sus cuerpos desnudos. Siempre con un tono de competitividad y erotismo. Ampelo
siempre ganaba. Un día Dionisio contempló una escena que fue para él un
presagio. Vio un dragón cornudo con un cabrito a lomos. El dragón arrojó al
cabrito en el altar de piedra de Dionisio y clavó su cuerno en el animal. Esto
lo tradujo el dios como un vaticinio de que había que tener cuidado con los toros, pero claro
que animal querría hacerle daño a Dionisio.
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Nacimiento del vino |
Una tarde Ampelo se encontró un toro muy manso entre las rocas. Le colocó una brida y lo montó durante horas. La diosa Selene celosa de esto, volvió loco al toro, que acabó tirando al joven al suelo. El sonido del cuello roto se escuchó por todo el bosque. Además, por si fuera poco el toro lo embistió y esparció la sangre del joven por todo el suelo. Dionisio desolado y sin saber que hacer imploró ayuda. La ayuda llegó, y el cuerpo del joven se convirtió en una vid. Cuando la uva estuvo madura, Dionisio la cogió y estrujó, bebiendo del líquido y sonriendo porque le recordaba a su joven amado.
Hermes
El
mensajero de los dioses Hermes también mantuvo varias relaciones con jóvenes,
de entre los que destaca Perseo y Crocos. El mito de este último es el más
curioso.
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Hermes |
Según la mitología Crocos era un joven bello del cual estuvo enamorado el dios Hermes. Un día jugando estos con un disco, un tiro del dios produjo la muerte del joven (parece que no escarmentaban con jugar con discos en la Antigüedad).
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Muerte de Crocos |
La sangre corría a borbotones por la tierra, el dios desolado y arrepentido recogió la arena llena de sangre y la alzó al sol. De dicha tierra nació una nueva planta que tenía filamentos dorados como el astro y tres rojizos como la sangre de su amado. Pero solo dudaría un día, por lo que inspiró numerosos mitos en torno a esta planta. La flor tenia tanto aroma y sabor que pronto se convirtió en una especie famosa por medio mundo. Hoy esa flor se llama azafrán.
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Flor de azafrán |
Artemisa
Calisto
era una joven bella que estaba consagrada a la diosa Artemisa. Esto conllevaba
ser virgen y pasar la eternidad cazando por el bosque con las otras amazonas
consagradas a la diosa. Zeus, se enamoró de la joven pero sabía que esta lo rechazaría
con su forma original. Para sortear este obstáculo Zeus adoptó la forma de la
diosa Artemisa.
El
dios engatusó a la joven que pensó que yacía con la diosa. La joven quedó embarazada del dios, sintiéndose engañada y atormentada por su traición a la diosa. Poco después daría a luz a Árcade.
Calisto
intentó ocultar el embarazo, pero un día Artemisa y las cazadoras decidieron
tomar un baño. Al percatarse del embarazo, Artemisa expulsó a la joven y la castigó
convirtiéndola en osa.
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Artemisa (Zeus) y Calíope |
Afrodita
A
la diosa del amor se le atribuyen numerosas conquistas tanto humanas como de
divinas. De sobra es conocido su lió amoroso con el dios Ares y su matrimonio
con el dios Hefestos. Pero hay un mito o leyenda que pocos conocen, el mito de
Safo y Afrodita. Safo de Lesbos es de sobra conocida por ser una gran poetisa
griega y por ser símbolo del amor entre mujeres. Creó una escuela para todas
las mujeres griegas en la ciudad de Lesbos, donde impartió clases a todas las
que allí llegasen.
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Safo de Lesbos |
Según la leyenda Safo se suicidó por ser incapaz de amar a la diosa Afrodita. Antes de su muerte llegó a redactar una Oda en honor a la diosa, hoy muy conocida. El contenido de este himno consistía en el ruego de Safo a la diosa para que esta atrajese a su amor renegado. Según esto himno, la diosa ya la ayudó con anterioridad, por lo que pone en conocimiento que la diosa y ella tenían una estrecha relación.
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Afrodita y Safo |
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