La importancia de la belleza en la Antigüedad

Jose M Gil

Creemos que el culto al cuerpo y a la belleza es algo contemporáneo, pero ya en la Antigüedad era de suma importancia, tener buen cuerpo, ir bien maquillado o estar bello. 
Solo tenemos que echar un vistazo a las esculturas provenientes de época clásica. Cuerpos esculturales y lisos, juventud eterna o bellas mujeres con grandes tocados. Además, existieron una gran cantidad de ungüentos y cremas, tanto faciales como corporales, que usaron hombres y mujeres de la Antigüedad para realzar sus atributos. Aunque, no podemos obviar que el canon de belleza en cada cultura era distinto. En Egipto por ejemplo, la belleza consistía en una piel bronceada, cejas cuidadas, labios coloreados en tonos oscuros y ojos delineados en negro de forma exagerada. Algo totalmente opuesto a la cultura grecorromana, donde el ideal de belleza femenino era el de tez blanca, ojos poco perfilados, mejillas rosadas y peinados cuidadísimos.
En este post, haremos un breve recorrido por todos los tips usados en épocas antiguas para realzar la belleza de cada persona. Depilación, peluquería, maquillaje o cosmética serán algunos de los temas a tratar.   
La depilación
Es imposible determinar cuándo y porqué se comenzó a usar la depilación en las sociedades antiguas. Lo que si sabemos, es que ya tanto en la Grecia Antigua, como en el Antiguo Egipto se empleaban distintas técnicas para acabar con el vello corporal. En muchas culturas la depilación corporal era sinónimo y símbolo de pureza, por lo que su extracción era de lo más frecuente en aquella época.
Papiro donde se explica la forma de depilar las zonas íntimas.

En el Antiguo Egipto encontramos diversos papiros que explican con detalle los preparados depilatorios, así como los útiles empleados. Las mujeres usaban ungüentos creados con sangre y grasa de animales para sus depilaciones. Además, empleaban ceras a base de azúcar, limón, miel, agua, pepino, goma y aceite para extraer de raíz el vello. Los hombres por su parte, eran más rudimentarios. Usaban navajas o cuchillas de cobre, hierro o sílex, para recortar el vello corporal de todo su cuerpo, incluido el del pelo.
En la cultura grecorromana, encontramos también una fuerte afluencia de métodos depilatorios. Desde velas, ceras, hasta compuestos a base de vinagre y tierra (dropax) para acabar con el vello. La diferencia respecto a Egipto, es que la depilación era algo más propio de las clases altas o los atletas. Las mujeres se depilaban el cuerpo entero, incluido los genitales. Los varones también recurrían a la depilación, pero dejaban vello corporal en su zona más intimida. Además, sabemos que los míticos gladiadores usaban aceites y las hojas de sus propias armas para depilarse el cuerpo entero, creyendo así, que las heridas no se les infectarían tras las batallas. Los griegos además, popularizaron la figura de los kosmetes, esclavos o profesionales dedicados al cuidado del cuerpo. Lo que hoy en día serian los esteticistas.

Estatuas grecorromanas.

El uso de baños públicos en Roma, propició le existencia de cuartos depilatorios, donde se  usaban todo tipo de materiales: dropax, pinzas (volsella), ceras e incluso brea caliente (philotrum) para retirar el vello.
Cuchillos empleados en la depilación.

El maquillaje
Desde sus inicios, el maquillaje ha servido para realzar y mostrar una apariencia más joven y bella. No es de extrañar por tanto, que ya en la Antigüedad se usaran distintos compuestos que servían como cosméticos y tintes para la piel. Además, en muchas sociedades y culturas, el uso del maquillaje servía para demostrar el estatus social, ya que solo los nobles podían usarlo.
Estos productos, provenían en su mayoría de la vegetación y los animales. Semillas, ocre, frutos silvestres fueron algunos de los ingredientes empleados para la creación de coloretes o sombras de ojos. Es más, uno de los pigmentos rojo más deseados entre las mujeres provenía de un cierto musgo, el fucus. En cuanto a los animales, se utilizaba desde el sudor de los carneros, hasta la sangre o el estiércol de animales tales como los cocodrilos.
En el Antiguo Egipto, usaban tanto hombres como mujeres el famoso khol. En un principio, para proteger los ojos, luego comenzó a ser usado para embellecerlos. A las egipcias, se les atribuye el merito de poner de moda el pintarse los labios. Además, muchos restos arqueológicos atestiguan como los cosméticos fueron de gran importancia para los egipcios. En muchas momias se han descubiertos restos de maquillaje. Por lo que podemos decir, que Egipto fue la cuna del maquillaje.
Busto de Nefertiti. Ideal de belleza egipcio

En cuanto al mundo grecolatino, sabemos por muchas fuentes que empleaban diversos métodos para blanquear la piel, así como el uso de khol para delinear finamente los ojos. Un dato curioso, es que para los romanos, el entrecejo debía estar relleno, por lo que en muchas ocasiones usaban métodos artificiales para llegar a ello. Algo que hoy en día chocaría bastante con los ideales de belleza. En cuanto a las sombras de ojos, podemos decir que usaban diversos pigmentos, provenientes de la naturaleza para maquillar y sombrear los parpados.
Pintura del fresco de una mujer romana, Pompeya.

El gimnasio
El culto al cuerpo en la Antigüedad, comenzó básicamente con el objetivo de entrenar a los jóvenes para las futuras batallas. Los entrenamientos se basaban en un primer momento, en andar y correr por terrenos escabrosos. Incluso la lucha con las manos entre ellos, era una de las mejores formas de ejercitarse.
Con la llegada del ideal de belleza grecorromano, los filósofos consideraron al entrenamiento físico como parte esencial de la educación y la filosofía. De ahí la frase “mens sana in corpore sano”.
Ánfora griega con dibujo de hombres luchando.

De esta forma, nacen los primeros gimnasios, que se emplazaban fuera de los muros de las ciudades. Estos espacios amplios, estaban compuestos principalmente por pórticos, exedras, una palestra, el vestuario (apodytérion), baños públicos o lugares para lavarse (loutrón) y distintas dependencias, para practicar ejercicio con climas adversos, tanto al aire libre (paradromis), como en pista cubierta (xustós). El alipterion y el konisteion, fueron de las estancias más concurridas. Allí, era donde se embadurnaban los cuerpos de los atletas, en polvo, esencias y aceites. No debemos olvidar, que en la Antigua Grecia, el deporte se realizaba en completa desnudez, por lo que mantener el cuerpo seco y con buen olor era esencial. 
Ilustración que recrea un gimnasio de la Grecia Antigua.

Los gimnasios más grandes y completos, constaban de otras estancias para realizar diversos ejercicios y deportes. En estos gimnasios podían realizarse desde deportes como el juego de pelota (sphairisterion), hasta prácticas con sacos de arena (korykeion). Además, existían zonas destinadas para que quien quisiera ver los entrenamientos, pudiera hacerlo. El efebo, era donde los jóvenes y menores iban a entrenar, mientras el público los observaba.
Restos de un gimnasio

Pelucas, peinados y afeitados
Como hemos explicado en el aparto de la depilación, se creía que la pureza se alcanzaba al quitarse el vello corporal. Era tal grado de exigencia, que en muchos casos se rapaba el cuero cabelludo. Es en Egipto, donde encontramos los cambios más relevantes. Proliferaron las pelucas, esencialmente con peinados lisos y con flequillo a la altura de los hombros. Aunque, el aporte más significativo vino de la mano de la coloración. Egipto fue el descubridor de la henna, empleándola en distintas tonalidades (negro o cobalto) en pelucas y cabello.
Peinado típico egipcio. 

El mundo grecolatino, también tuvo presente las tendencias en peinados y pelucas. Tal fue así, que tenemos constancia de que fue en Grecia donde aparecen las primeras escuelas de peluquería. El mayor impacto vino de la mano de las mujeres provenientes de la Galia. Altas, de tez blanca y sobre todo rubias. Algo que impacto sobremanera a las mujeres romanas. A partir de entonces, las romanas comenzaron a aclarar sus cabellos mediante un compuesto a base de sebo de cabra y ceniza de haya. En cuanto a los peinados, debemos mencionar que existió una gran diversidad. Seguramente debido el vasto territorio que abarcaba el Imperio Romano. El peinado más habitual era el de rodear la cabeza con el cabello o la melena con rulos. También fueron empleados los postizos, así como las pelucas en muchas ocasiones.
Busto de mujer romana con peinado típico.

En cuanto a los hombres, podemos decir que en el mundo grecorromano en un primer momento fue lucir melena y barba, como sinónimo de virtud masculina y virilidad. Aunque, a medida que avanzó y consolidó el Imperio, los hombres comenzaron a cortarse y rasurarse la barba. El contacto con la cultura helena, sería una de las causas de este cambio de estética. Los griegos, eran más afines a usar barberos y lucir sus caras afeitadas. Por lo que pronto, fue costumbre entre los varones romanos ir a las barberías, convirtiéndose estas en centro de reunión de hombres. El primer romano del que se conoce que apareció afeitado, fue el famoso Escipión el Africano. A los barberos o peluqueros en Roma, se les conocía como tonsores, y a las barberías como tonstrinaes. Los útiles empleados por estos eran en su mayoría de hierro. Navajas (novaculae), tijeras (fortex) y cuchillos (cultri), eran las armas empleadas por el tonsor para dejar a sus clientes a la última moda. 

Barberías antiguas.

Retoques estéticos y cosmética antigua
La cosmética ha sido de gran uso en las distintas civilizaciones antiguas que poblaron el mundo. Era tal su importancia, que antes de la llegada de la moneda los productos cosméticos eran la forma de pago usual. En Egipto, Roma y Grecia existieron un sinfín de productos, rituales y cremas cosméticas. De sobra es conocido, los secretos empleados por reinas como Cleopatra o Nefertiti. Baños de leche y miel, o cremas a base de polvo de caliza y aceites vegetales eran comunes en los tocadores de estas reinas.
Esclava entregando leche de burra a una noble. La leche de burra estaba muy cotizada como cosmético antiguo. Faraones y reinas se bañaban en este líquido para rejuvenecer la piel. 

En Grecia por su parte, era muy importante la higiene corporal. Existía una necesidad de eliminar cualquier grasa corporal mediante baños, gimnasia o masajes. El uso de ungüentos y cremas que endulzaran la piel estaban a la orden del día, entre la población griega. Los romanos también compartieron esta afición. Diversos restos arqueológicos, atestiguan el uso de ungüentos y cremas a base de extracto de rosa, limón o jazmín. Además, se extendió el uso de cremas de aceite de oliva, cera de abeja o rosas, para las arrugas y la piel seca. Incluso, blanqueaban sus dientes mediante el uso de polvo de piedra pómez.
Frasco que servia para guardar las cremas.

Sabemos por parte de pensadores y poetas antiguos como Ovidio, que ya en el s.I d.C. se usaban mascarillas vegetales para tener un cutis perfecto. Incluso, gracias a numerosos escritos, sabemos que se utilizaban esponjas empapadas en sustancias nocivas como sosa o ceniza de haya, para eliminar impurezas o imperfecciones de la piel. Posteriormente para calmar la piel, se empleaban aceites o diversos ungüentos para las grietas en la piel.
Ungüentarios de vidrio. 

En definitiva, la belleza ha sido un tema importante en todas las culturas y épocas. Si bien es cierto, que los cánones de belleza han ido cambiando con los siglos, pero la preocupación por estar a la “moda” o bellos, no ha cambiado en más de dos mil años.
                   
El Nacimiento de Venus, Botticelli (1482-85).

Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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