Bestiario Mitológico Español

Jose M Gil


Conocemos las historias sobre las sirenas, unicornios, duendes y hadas. Pero esos seres mitológicos pertenecen a un bestiario mítico y a veces importado de otros países. España es muy rica culturalmente, tanto que tenemos nuestros propios monstruos y entidades fantásticas. En cada zona de la península podemos encontrar distintas deidades y seres que pueblan sus bosques, cuevas, lagos y mares. Hoy en día, en muchas zonas del país siguen creyendo en estos seres. Allí cuentan sus leyendas y mitos, dando vida a historias ancestrales. Desde el norte, hasta el sur, pasando por los distintos archipiélagos españoles encontramos historias y leyendas. Poneros cómodos porque hoy os traigo, el bestiario mitológico español.
Si tenemos que determinar un lugar en la geografía española donde situar más afluencia de seres mitológicos, ese es el norte sin lugar a duda. Su cultura arraigada en los siglos ha ayudado a mantener viva la huella de muchos personajes míticos. En la cordillera cantábrica encontramos el ojáncano (Fig.1). En la mitología cántabra el ojáncano es un ser maligno y cruel. Habita las cuevas y montañas más inaccesibles y bajan a los bosques a recolectar bellotas, cazar ovejas o pescar. Se los describe como seres muy grandes de un solo ojo, al igual que los ciclopes de la cultura helena. Sus manos y pies son más grandes de lo normal y tienen 10 dedos en cada extremidad. El cuerpo lo tiene completamente lleno de pelo rojizo y muy áspero. El ojáncano tiene pareja, llamada ojáncana. A ésta le gusta cazar a los niños que se pierden por el bosque. Por este motivo, las madres bañan en agua bendita a los críos, para que la ojáncana no los atrape.
Fig. 1. Ilustración del ojáncano luchando contra tropas romanas. 
Otro ser de la mitología cántabra es el trenti. Estos duendecillos son conocidos por ser muy bromistas y traviesos. Se visten con lo que pillan en el bosque, musgo, hojas o raíces. Su entretenimiento preferido es ocultarse para pellizcar en las pantorrillas de los humanos. A diferencia de los ojáncanos, los trentis son seres bondadosos y sienten predilección por los niños. Incluso ayudan a los montañeros perdidos, a las viejas a volver sanas y salvas o a los pastores a los que se les pierde el ganado.
En Asturias encontramos también seres fantásticos como los ventolines (Fig.2). Estos seres también pueden ser encontrados en la cultura cántabra. En Cantabria, según diversas leyendas, son espíritus del aire. Aunque, para los asturianos, los ventolines son los remolinos que se crean en el aire. Son la contraposición al nubero (Fig. 3), mientras que este representa las tempestades y tormentas, los ventolines son la brisa suave que ayuda a los marineros. En la mitología cántabra son descritos con grandes alas color verde y ojos de un intenso azul. Mientras que en la asturiana tienen rostro de bebe, alas blancas y voces armoniosas.

Fig. 2. Ilustración de una pareja de ventolines.
Fig. 3. Ilustracion del nubero.
Un ser mítico por excelencia de la zona de Cantabria y Asturias es el cuélebre (Fig. 4). Esta serpiente alada suele custodiar tesoros o parajes encantados y míticos. Se dice que sus escamas repelen cualquier arma, incluso las balas. Al envejecer se ven obligados a exiliarse en las profundidades del océano, para seguir custodiando los tesoros ocultos en el mar. Junto a los cuélebres encontramos el mito de las xanas (Fig. 5). Las xanas son hadas pertenecientes a la mitología cántabra, aunque también las encontramos en la cultura del norte de Castilla. Son parecidas a las ninfas o dríades de la mitología grecorromana. Se las describe como mujeres hermosas, aunque de baja estatura. Son de gran belleza, largos cabellos y voz excepcional.
Fig. 4. Grabado con la imagen y la descripción del cuélebre. 
Fig. 5. Ilustración de una xana. 
En la cultura gallega encontramos también un sinfín de seres místicos, así como puede ser el diañu (Fig.6). Este duendecillo es un espíritu del bosque que suele adoptar parte de la forma de algún cuadrúpedo como el caballo, la vaca o la cabra. Parecidos físicamente a los sátiros o faunos de la cultura griega. Suelen incordiar más que ayudar. Gastan bromas a los pastores y caminantes que se cruzan con ellos. Otro tipo de duende gallego es el trasno (Fig. 7). Según la creencia, estos duendes actúan de noche y se dedican a revolver, esconder y trastear los utensilios de las casas, una vez que los propietarios se acuestan. Se les describe como hombres pequeños cubiertos de una sotana y con cuernos. Al igual que con el diañu, casi todos los relatos los describen con patas de carnero, parecidos a los faunos. Por lo que podemos decir, que en la cultura gallega afloraba la creencia de seres míticos con apariencia antropomorfas (mitad hombre, mitad animal), que se dedicaban a gastar bromas a los seres humanos. Esto lo podemos ver en el siguiente ser mitológico, la maruxaina (Fig. 8). La maruxaina es una sirena de manual. Según el mito, vive en la cueva marina de San Vello. Dedica sus días a tejer fibras de lino y cuando hace temporal sale a cantar y tocar un cuerno. Muchos mitos concuerdan que cuando se escucha el sonido de una maruxaina, es para avisar a los marineros de la proximidad de la costa, en los días de más marejada. Aunque muchos otros, creen que es una forma de engañar y llevarlos a la muerte. Se la describe como una mujer bella, de larga cabellera rubia, mitad mujer, mitad pez.

Fig. 6. Ilustración de un diañu. 

Fig. 7. Escultura de un trasno.

Fig. 8. Escultura de la maruxaina situada en la playa de San Cibrao. 
Pero si hay una cultura que tiene un gran bestiario, es la vasca. La mitología vasca proviene de una suma de leyendas y creencias de tiempos prehistóricos. Su folklore único hace de esta cultura rica en mitos y ritos. Entre los genios y seres fantásticos destaca Mari (Fig. 9). Según la mitología vasca, Mari, también llamada Maya, Lezeko-Andre e Ioana-Gorri, es la personificación de la tierra. Vive bajo ella en cuevas y grutas rodeada de riquezas. Se la describe como una mujer de enorme belleza. Al salir a la superficie se envuelve en fuego, mientras que sus extremidades inferiores adoptan forma animal. Es la reina diosa de todo el panteón vasco. Otra deidad de enorme importancia para la cultura vasca es akerbeltzaker (Fig. 10). Se le describe como un macho cabrío de color negro. En la lengua vasca aker significa macho cabrío y beltz negro. Su poder era proteger a los demás animales del bosque, así como al propio bosque. Los machos cabríos han sido adorados por muchas culturas, por su fuerza, elegancia y destreza. Según las leyendas, vivía dentro de la tierra junto a otros espíritus que le acompañaban. Aunque su fama no proviene de esto, sino del uso que se le daría a su figura en el seno de la brujería. Los aquelarres usaron su imagen para la adoración, por eso los cristianos identificaron a este ser con el demonio.
Fig. 9 Ilustración de la deidad vasca Mari. 

Fig. 10. Pintura al oleo de Goya titulada "El Aquelarre" (1819/1820)
Otra criatura muy conocida de la cultura vasca son las lamias (Fig. 11). En la mitología griega eran mujeres sedientas de sangre, siendo unas precursoras de las vampiras modernas. Pero, para los vascos las lamias eran seres mitad gallina, mitad mujer. Vivían en cuevas y pozos. Por lo general ayudaban en sus trabajos a todos aquellos que le otorgasen una ofrenda.
Un ser mítico por excelencia de la cultura vasca es el basajaun (Fig. 12). Es el señor del bosque según su tradición. Se le describe como un ser con cuerpo humanoide, pelo largo y fuerza sin igual. En algunas versiones, ayuda a los rebaños de los pastores, mientras que en otras, provoca estupor entre la población. Algo similar en cuanto a físico es el tartalo o torto (Fig. 13). Este ser, es descrito como un cíclope atroz, con fascinación por la carne humana y comportamiento terrorífico.
Los duendes también son unos seres característicos de la mitología del País Vasco. Suelen ser seres traviesos y alegres que se dedican a gastar bromas a los humanos. Tienen muchos nombres, gorri txikiiratxo o iretxo entre otros.
Fig. 11. Recreación de una lamia (Lugar de su ubicación desconocido).

Fig. 12. Recreación de un basajaun (Lugar de su ubicación desconocido).

Fig. 13. Recreación del tartalo (Lugar de su ubicación desconocido).
Cambiando de territorio, nos trasladamos a la zona mediterránea de la península. En la mitología catalana encontramos diversos seres mitológicos de gran interés. Entre los más destacables, están el dip (Fig. 14), un perro vampiro que apareció en la provincia de Tarragona. Según las leyendas, este ser consumía la sangre de los rebaños y las personas durante las noches. Eran pequeños y con una pata atrofiada. Fue tal el pavor ante estos seres que en muchos retablos de iglesias se les representó. Quizás, como una forma de protección ante estos monstruos malvados.
Otro ser de la cultura catalana es la aloja (Fig. 15) o doncella del agua, un ser místico que ayuda en los alumbramientos. Es una hacedora de vida, por lo que se la suele buscar por su carácter fértil. Son descritas como bellas mujeres de ojos claros, largos cabellos y suelen ir completamente desnudas. Son una suerte de ninfas, que salen en las noches de luna llena para bailar. Aunque, posiblemente el ser más misterioso del folklore catalán sea el home dels Nassos (Fig. 16). Según las leyendas, el último día del año los niños deben salir a la calle, a buscar un hombre con tantas narices como días tiene el año, es decir, 365 narices. Según la tradición, lleva durante estas fechas regalos a los niños, así como lo hacen en otras culturas Papá Noel o los Reyes Magos.
Fig. 14. Ilustración idealizada de un dip. 

Fig. 15. Ilustración de un grupo de alojas. 

Fig. 16. Grabado representando al home dels Nassos.

Más hacia el sur, encontramos la figura del martinico (Fig.17). Este ser es un duende más del bestiario español, aunque un tanto especial. Es un bromista empedernido, sin ningún ápice de maldad. Esconde o cambia de lugar las cosas, aunque también presta auxilio a aquellos que lo necesiten. Se le describe como un duende pequeño, rechoncho y con joroba. Porta como vestimenta un hábito de sacerdote color rojo, por lo que es fácil reconocerlo.
En Andalucía encontramos una especie de gorgona llamada tragantía (Fig. 18). Posiblemente, debido a la influencia griega en esta zona, el mito de Medusa llegó hasta esta región del sur de España y se transformó con el paso de los siglos. Con el tiempo, el mito de la tragantía se consolidó en una leyenda mítica de la reconquista del pueblo de Cazorla. Según esta, una princesa mora fue puesta a cubierto en una cueva tapiada, con la premisa que tras el paso de los cristianos seria puesta en libertad. Pero jamás fue liberada y la princesa fue olvidada en la cueva húmeda, lo que provocó que se transformará. Sus extremidades inferiores se transformaron en una cola de lagarto convirtiéndose así en un mito. La leyenda cuenta que se escucha su lamento en la Noche de San Juan.
Fig. 17 Ilustración del martinico. 

Fig. 18. Pagina de una revista contando la historia de la tragantía. 

La tarasca (Fig. 19), es una criatura proveniente de la cultura francesa, pero podemos encontrarla en Toledo según algunas leyendas. Es una especie de reptil escupe fuego, que atemorizaba a los buenos cristianos. La describen con cuerpo de tortuga, alas de murciélago y cabeza de serpiente. Es decir, una especie de quimera que echa humo por la nariz. Es común ver una procesión de la tarasca en la ciudad toledana. Para esta, colocan encima del monstruo una muñeca, que para el historiador Caro Baroja representa a Ana Bolena. Esto es una simbología de como ella, para muchos cristianos fue promotora de la ruptura de la iglesia católica con Inglaterra. Por tanto, la tarasca representaría al destructor de la fe cristiana.
Fig. 19. Procesión de la tarasca, Toledo. 

Las islas baleares también tienen su propia mitología. Según sus mitos en estas islas existe la bubota (Fig. 20). La bubota es un fantasma que aparece en los cementerios y cruces de Mallorca. Las leyendas narran que se aparece con forma incorpórea y con un trapo que le cubre la cabeza y los brazos. Se quedan estáticos en el sitio, pero cuando alguien se acerca se mueven levitando y provocando escalofríos a todo aquel que lo ve.
Fig. 20. Ilustración del bubota. 

Para terminar, nos trasladamos al archipiélago canario, un lugar mágico donde los haya. Muchos historias y leyendas circulan alrededor de estas islas paradisíacas. Según los diversos mitos las islas canarias pudieron ser parte de la Atlántida, las famosas Hespérides de la mitología griega e incluso, ser el lugar donde se encontraba la puerta hacia el Hades. Sea como fuere, existieron muchos seres fantásticos a lo largo de la costa de estas emblemáticas islas. Aunque, las criaturas más importantes posiblemente fuesen los tibicenas o guacanchas (Fig. 21). Las historias cuentan que eran unos canes demoniacos que atemorizaban a los aborígenes canarios. Se creía que los tibicenas eran los hijos del dios demonio Guayota. La mitología canaria narra como Guayota ocultó dentro del Teide al dios solar Magec, sumiendo todo el mundo en oscuridad. Achamán, el dios celestial, consiguió rescatar a Magec, pero durante el tiempo de oscuridad nacieron los hijos de Guayota, los guacanchas. Según los relatos, los perros demoniacos salían del mar, para aterrorizar a los aborígenes. Se les describía como perros lanudos de ojos rojos brillantes y de un color negro intenso. 
Fig. 21. Ilustración de un tibicenas o guacancha.

Soy consciente de que he dejado muchos mitos, leyendas y seres en el tintero. En muchos casos por falta de bibliografía y en otros, por ser la misma criatura. Las culturas y mitologías que engloban toda la región española son muy ricas en leyendas y mitos. Pero en muchos casos son los mismos seres con distintos nombres. Lo que si queda claro, es que a lo largo de la geografía española perduran aun hoy, una gran diversidad de historias sobre criaturas mitológicas. No tienen nada que envidiar a otras culturas tan conocidas como la egipcia, griega o nórdica. Aunque si agradecer, puesto que criaturas como Aker, el ojáncano, la maruxaina o el trasno, son claramente familiares al dios Pan, los cíclopes, las sirenas o los sátiros, respectivamente. Por tanto, existe en el imaginario colectivo de España un sinfín de seres peculiares e increíbles que aportan un carácter único a cada región del país español, dando como resultado un país único lleno de misterios y mitos.
   

Ilustraciones
Imagen inicial: El Aquelarre. Óleo sobre lienzo a partir de un fresco. Francisco de Goya (1797-1798).
Imagen final: Hilas y las ninfas. Óleo sobre lienzo. John William Waterhouse (1896).

Bibliografía


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Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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