El yacimiento de Doña Blanca, la ciudad fenicia sin nombre

Jose M Gil

Cádiz puede ser muchas cosas, pero lo que nadie negará es que es una mina de oro para arqueólogos e historiadores. Baelo Claudia, Asta Regia, Gades o Carteia son solo algunos de los lugares emblemáticos de este rincón del sur de España. Pero oculto a los pies de la Sierra de San Cristóbal, encontramos un yacimiento que ha dado a los investigadores muchos quebraderos de cabeza. Hablamos del yacimiento fenicio del Castillo de Doña Blanca (Fig. 1).


Fig. 1. Yacimiento fenicio de Doña Blanca

La historia del yacimiento de Doña Blanca es cuanto menos peculiar. Comenzó en 1979, cuando el profesor Diego Ruiz Mata supo de la existencia de un montículo artificial en la localidad del Puerto de Santa María (Cádiz). Allí se habían encontrado restos de material fenicio, así como de otras épocas. Jamás se había publicado nada al respecto sobre este yacimiento. Esto provocó la curiosidad de Ruiz Mata y por consiguiente el yacimiento se convirtió, en uno de los hallazgos más importantes de la provincia gaditana.
Su localización estratégica le granjeo convertirse en una gran metrópolis, al estar situada cerca de la campiña jerezana, por lo que los buenos cultivos estaban asegurados. Además, la sierra aportaba visibilidad ante la llegada de posibles enemigos o embarcaciones aliadas. Por otro lado, a su alrededor tenían todo lo necesario para la supervivencia, agua dulce, costa para pescar, sierra para cazar y abundante madera para construir. La zona pertenecía a la Bahía de Cádiz en tiempos antiguos, por lo que su conexión con el mar era directa. No debemos olvidar, que el paisaje costero de la zona ha cambiado drásticamente desde la antigüedad, hasta nuestros días (Fig. 2).


Fig. 2. Situación del yacimiento en época antigua.
Observamos gran cambio en el panorama litoral y la situación del yacimiento de Doña Blanca respecto a Gadir. 

La ciudad fenicia allí encontrada sugiere que tuvo una vida desde el s.VIII a.C. hasta el s.III a.C., aunque se han encontrado restos aún más antiguos. Esto situaría a los primeros pobladores de ese entorno en la Edad del Cobre, sobre finales del III milenio a.C.
Las primeras menciones sobre el Castillo de Doña Blanca datan del Padre Coloma en su cuento “Caín”. En dicho relato, describe la zona del asentamiento como “un cerro árido, sin vegetación, cubierto de hierbas secas que dejan asomar algún que otro murallón negro”. Posiblemente, lo que narró tan fielmente fuesen los restos de las viviendas y muralla que rodeaban la antigua ciudad (Fig. 3). Tras esto, en pleno s. XX el jerezano Ventura F. López, aseguró en un diario local que la ciudad más antigua de occidente se encontraba bajo el Castillo de Doña Blanca (Fig. 4). En la publicación aseguraba haber encontrado vestigios de diversas civilizaciones en esa misma localización. Continúa explicando cómo había hallado desde tumbas fenicias, hasta lápidas romanas o iberas. Para Ventura no había lugar a dudas, se encontraba ante antigua ciudad de los Tartessos.
Fig. 3. Muralla de la antigua ciudad fenicia.



Fig. 4. Panorámica de la Torre de Doña Blanca. 

Posiblemente sea el relato del investigador alemán, A. Schulten el que arroje más luz sobre Doña Blanca. En torno a 1940 viajó a Jerez para, junto a César Pemán, encontrar la mítica ciudad del Puerto de Menesteo. Dicha ciudad fue fundada según la leyenda por el hijo del rey de Atenas Menesteo, tras la Guerra de Troya. Estrabón mencionó esta ciudad, situándola al norte de Gades y al sur del río Betis. Para los investigadores, esta localización estaría ubicada en un cerro sobre el Guadalete, situado entre las ciudades del Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera. Pemán y Schulten efectivamente encontraron allí vestigios de una civilización. Se publicó incluso la topografía, donde situaban la muralla defensiva de la ciudad, pero esto no fue suficiente para emprender una investigación en profundidad (Fig. 5). No sería hasta 1979 que comenzarían los trabajos arqueológicos que sacarían a la luz, la antigua ciudad olvidada.


Fig. 5. Mapa topográfico del yacimiento de Doña Blanca. 

En cuanto a la excavación y hallazgos debemos mencionar que el yacimiento se compone de 200 hectáreas, de las que se ha excavado al menos 38 habitáculos (Fig. 6). Se sitúa sobre una colina artificial de planta rectangular. Decimos artificial, puesto que la colina está formada por la superposición de depósitos de las distintas culturas que han habitado allí. En total nueve metros de depósitos que han provocado la aparición de esta colina con forma de meseta rectangular. Esto enlaza con el tipo de urbanismo que tuvo la ciudad antigua (Fig. 7). Para el profesor Ruiz Mata, la ciudad fue más grande que la propia Gades, toda una megápolis. Las viviendas, por ejemplo, estaban situadas en terrazas artificiales. También se ha documentado la existencia de calles, un puerto, necrópolis, plazas y zonas abiertas que estarían presentes en la urbe y darían una categoría de gran metrópolis a la ciudad.
Fig. 6. Estancias excavadas del yacimiento de Doña Blanca. 

Fig. 7. Perspectiva de las estancias donde se constata el sistema de terrazas artificiales. 

Las viviendas están constituidas por habitaciones interconectadas, con un patio central (Fig. 8). El material empleado para su construcción es diverso, desde los mampuestos grandes, hasta sillares y sillarejos que suelen ir colocados en las esquinas. Los suelos por su parte no están revestidos, siendo tierra mezclada con fragmentos cerámicos en su mayoría. Los techos estarían creados con madera. Lo más destacable del yacimiento son las estancias destinados a la industria. Se han constatado diversas piletas que seguramente fuesen empleadas como lagares. Otra curiosidad encontrada en las viviendas es la existencia de habitaciones al aire libre, destinadas a algún tipo de manufactura o trabajo. Esto es así, puesto que se ha detectado indicios de fuego en pequeñas estructuras de adobe situadas en estas estancias. La teoría de los investigadores es que se tratase de estructuras destinadas a la creación del mosto (Fig. 9). Las diversas ánforas encontradas en estos lugares, más lo descrito por el romano Columela sobre el mosto creado en esta zona, hace sospechar que se trate de habitaciones destinadas a esta labor.
Con todo esto, podemos decir que este yacimiento está a la altura de otros tan reconocidos como Baelo Claudia o Itálica. Pero, faltan inversiones e infraestructuras. Muchas son las voces que proponen la creación de un “Parque cultural” en las inmediaciones para así poder darle visibilidad. El eje central como no podía ser de otra forma sería el yacimiento. Un yacimiento que aún tiene mucho que contar y revelar, aunque antes de todo eso es necesaria una restauración y protección de los muros y viviendas excavadas. Así mismo, habría que desenterrar la que se cree es una de las bodegas más antiguas del mundo. No obstante, hay grandes esperanzas puestas en este suculento proyecto, que daría un empuje económico a la zona.


Fig. 8. Imagen donde podemos comprobar como las estancias están interconectadas.

En resumen, la ciudad fenicia de Doña Blanca es una de esas joyas ocultas y desconocidas para los mortales. Los romanos borraron de los anales de la historia su nombre, de ahí que haya estado oculta tantos siglos. Posiblemente la ciudad tomase partido por el bando perdedor en la conquista romana de Hispania y como represalia, los romanos la redujesen a cenizas. Pese a esto, la ubicación es extraordinaria y las demás culturas que precedieron a los romanos lo sabían, de ahí la construcción de una arquería árabe y la propia Torre de Doña Blanca siglos después. Lo que está claro es que la ciudad sin nombre fue una urbe a considerar. Posiblemente una hermana gemela de Gadir en tierra firme, puesto que la isla fenicia tenía una población más efímera en comparación con la ciudad peninsular.
Los diversos trabajos arqueológicos siguen dando sus frutos, pero como todo en esta vida, es lento a la par que satisfactorio. Ruiz Mata junto a su equipo lleva décadas estudiando los restos encontrados, intentando vislumbrar lo que un día fue esta magnífica ciudad fenicia. Para algunos, la auténtica Gadir, para otros una ciudad de los antiguos Tartessos. Pero lo que si queda claro, es que nada tuvo que envidiar a urbes en auge del Mediterráneo, pues gozaba de una localización estratégica envidiable, recursos naturales de primera calidad y un puerto bien situado y protegido.


Fig. 9. Piletas donde presumiblemente se elaboraba el mosto.
Durante siglos estuvo oculta y dormida, apartada de la historia. Pese a todo, asomaban sus vestigios y los lugareños conocían la existencia de sus muros y restos allí esparcidos. Estuvo a punto de quedar totalmente destruida por los monjes cartujanos que quisieron construir en esa localización, pero el destino quiso que quedase preservada, para que en los años 80 fuese redescubierta e investigada.
El paisaje dista mucho al que conocieron los antiguos pobladores de la ciudad fenicia de Doña Blanca, pero su alma sigue ahí. Su puerto sigue escondido bajo las marismas. Sus calles y casas bajo la tierra. Su historia aun por escribir y su nombre, todo un misterio. 

Bibliografía


Muñoz Vicente, A. (1999). "Gadir en el Castillo de Doña Blanca: Análisis crítico de una hipótesis". Revista de Historia de El Puerto.
Niveau de Villedary, A.M., y Ruiz Mata, D. (1995). "El poblado de Las Cumbres (Castillo de Doña Blanca): Urbanismo y materiales del s.III a.C.". Cádiz: Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos:.
Ruiz Mata, D., y Pérez, C. (1995). "El poblado fenicio del Castillo de Doña Blanca". El Puerto de Santa María: El Puerto de Santa María : Ayuntamiento del Puerto de Santa María, D.L.
Ruiz Mata, D. (1999). "La fundación de Gadir y el Castillo de Doña Blanca: Constrastación textual y arqueológica".


Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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