Grandes mujeres de la Antigüedad. Olimpia de Epiro, madre de dioses

Jose M Gil

Mucho se ha escrito del gran Alejandro Magno o de su padre Filipo II de Macedonia. Pero estos grandes monarcas, también deben mucho a las mujeres que los acompañaron en vida. Filipo II se casó hasta en siete ocasiones. Alejandro por su parte, se casó con tres princesas persas, pero tanto él como su padre estuvieron siempre ligados a la reina Olimpia, madre y esposa respectivamente de estos reyes.
Estatua de Alejandro Magno.

Poco sabemos sobre ella, aunque fuese tan importante en la vida de estos grandes monarcas. Por un lado, tenemos fragmentos históricos en los que se la considera meramente una villana, interesada en el poder y el linaje divino. Posiblemente, esto se deba en gran parte, a los múltiples enemigos que se granjeo por ser princesa de una nación, poco estimada en aquellos tiempos y por ser mujer.
Lo que sí sabemos es que tuvo una dura infancia, que no fue bien recibida en la corte de Macedonia y que su nombre real no fue Olimpia. Posiblemente fue una de las princesas y reinas del Hélade que tuvo mayor relevancia en la vida política de Macedonia, hasta ese momento regido por y para hombres. Anteriormente a ella, la madre su esposo Filipo II, Eurídice I sería la primera en participar e influenciar la vida política. Estas grandes mujeres, pondrían la semilla para que otras a lo largo y ancho del Mediterráneo siguieran sus pasos, como Cleopatra VII, última regente de Egipto y de la dinastía macedónica.
Bustos de Eurídice I de Macedonia y Cleopatra IV de Egipto.
Existen pocos testimonios de la infancia de la princesa Olimpia o deberíamos decir, Políxena en Dodona, capital de Epiro. Políxena nació en medio de grandes cambios culturales y políticos, en torno al 375 a.C. Su padre era el rey de Molosia, Neoptolemo  de Epiro. Su nombre de soltera, viene en honor a la hija de Príamo, sacrificada en la tumba de Aquiles, tras la guerra de Troya por el hijo del héroe Neoptolemo. De esta forma, el trono de Epiro quedaba ligado a Zeus a través del legendario héroe troyano. Además, en Dodona existía uno de los mayores oráculos en honor a Zeus, que según los escritos estuvo ligado a la princesa desde su tierna infancia. Quedó huérfana de joven, por lo que quedó bajo la tutela del nuevo rey de Molosia, su tío. Algo lógico, puesto que todas las mujeres en la Grecia Antigua, fuesen princesas o campesinas tenían algo claro, la mujer no había nacido para gobernar.
Teatro de la ciudad de Dodona, capital de Epiro.

Las niñas griegas eran educadas única y exclusivamente para las labores de la casa y la crianza de los hijos. Una vez adultas, es decir, cuando tenían edad de procrear (12 años aprox.), contraían matrimonio. Se las instruía en labores domésticas y musicales, puesto que la oratoria y la política, era  para los hombres. Muchas mujeres fueron mal vistas por salirse de estas directrices tan arcaicas, pero como pasaría con Olimpia, brillarían con luz propia pese a todo.
Recreación pictórica de las labores de las mujeres en la Grecia Antigua.

A los 19 años fue dada en matrimonio al rey Filipo II de Macedonia. De esta forma, se convertía en una de las mujeres más poderosas del Mediterráneo. Se convirtió en la primera esposa del monarca (existieron muchas otras, pues el rey era polígamo, pero en el ranking de poder Olimpia fue la primera de todas). Adoptó el nombre de Myrtale una vez casada, aunque lo volvió a cambiar por Olimpia tras una gran victoria de los caballos de su marido en las Olimpíade. Justamente esa victoria, coincide en el mismo día de nacimiento de su primogénito, el futuro Alejandro Magno.
Durante su matrimonio con Filipo II tuvo dos hijos, el ya mencionado Alejandro Mango en el año 356 a.C. y Cleopatra en el 353 a.C. Estos hijos, se criaron justo al hermano menor de Olimpia, Alejandro de Epiro, trece años más joven que la reina y futuro rey de Molosia. Estos a su vez, se criaron con los otros vástagos de Filipo II de sus múltiples casamientos, Arrideo y Karano.
Estatua de Olimpia, Alejandro y Filipo II ubicada en la ciudad Skopje (Macedonia).
El último matrimonio del monarca junto a una joven llamada Cleopatra, sobrina de Atalo fue el desencadenante de las miserias de Olimpia. Según los estudiosos, el hijo de ambos hubiera sido el presunto heredero legítimo de Filipo, usurpando así el lugar del hijo de Olimpia, Alejandro. Esto pudo ser posible, ya que según se cree Alejandro pudo ser un bastardo, aunque nunca se sabrá la verdad. Esto provocará el exilio de la reina y las continuas conspiraciones en contra del trono.
Filipo II muere presuntamente asesinado poco después del nacimiento de su último hijo a los 46 años. Tras esto, su hijo y mujer mueren asesinados por orden de Olimpia y se corona a Alejandro, rey de Macedonia. Con la muerte de la familia real, Olimpia regresa triunfante a Macedonia como madre del nuevo rey, y hermana/madre del rey de Epiro, es decir, la mujer más poderosa del momento.
Estatua de Olimpia de Epiro.

Según el historiador Marco Juniano Justino, Alejandro reprochó a su madre el cruel asesinato de su hermanastro y madrastra, pero poco se podía hacer ya.  
Como bien hemos comentado, la vida política pertenecía a la esfera pública y por consiguiente a la vida de los hombres. Cualquiera mujer que se inmiscuyera, era cuanto menos repudiada. Ese fue el caso de Olimpia. Una vez fallecido su marido y su hijo en el trono, Olimpia debió tomar decisiones difíciles. Aunque, todo esto visto desde el prisma actual, porque en la Antigüedad el lema “matar o ser matado” estaba a la orden del día. Por tanto, no era de extrañar que la reina madre usase la política de la eliminación contra los rivales de su hijo y suyos propios.
Grabado de una moneda con el busto de Olimpia de Epiro.

Mantuvo una dilata relación mediante correspondencia con su hijo, que aun estando lejos guerreando, tuvo en su madre su mayor aliado. Con la partida de Alejandro en el 334 a.C. a conquistar Asia, se queda con la regencia de Macedonia Antípatro, padre de Yolao y Casandro. Dejando a su madre apartada de la vida política. Será este último, su mayor enemigo y quien logre destruirla.
Con la muerte de Alejandro Magno en el 323 a.C. en Babilonia, comienza el calvario real de la reina Olimpia. Para poder sobrevivir tuvo que tomar diversas decisiones. En primer lugar, se convirtió en la representante de los derechos dinásticos de su nieto, Alejandro IV, hijo póstumo de Alejandro Magno y la princesa persa Roxana. Además, comenzó a realizar una serie de uniones matrimoniales que lograsen sujetar su inestable poder en Macedonia. Casó a su hija Cleopatra, viuda de su tío/esposo Alejandro de Epiro con el general Leonato.
La muerte de Alejandro Magno de Carl Théodor von Piloty. 1824-1886. Munich.

Dicha boda nunca llegó a producirse, pues Antípatro la detuvo. En el 316 a.C. tras ordenar la muerte de la hija del actual rey de Macedonia, acaba refugiada en Pidna junto a su nieto de 8 años, su nuera de 26 y otras mujeres y niños de Macedonia leales a Olimpia. Es ahí cuando vuelve a cambiar de nombre. Comienza a ser llamada desde ese momento Estratonice, en honor a la victoria de su nieto frente a la hija del nuevo rey de Macedonia, Eurídice.
Con la muerte de todos sus defensores y validos queda totalmente abandonada y a merced de Casandro, el cual ordena su muerte. Es lapidada a manos de sus víctimas en el 315 a.C. frente al monte Olimpo y el mar Egeo.
Grabado de Olimpia.

En resumen, la vida de la mujer griega en la Antigüedad era dura, tan dura que a los cuarenta años ya eran abuelas. Sus vidas transcurrían en la esfera privada, mientras que las de los hombres en la esfera pública, y poco nada tenían que decir al respecto. Eran meros objetos de decoración en los oikos (casas). Pero no todas aceptaron ese rol de sumisión y mesura griego. Muchas mujeres saltaron a la vida pública y política, ejerciendo papeles importantes aunque fuesen miradas mal por ello. Salieron de la oscuridad para arrojar luz y consiguieron ser dueñas de sus propias vidas, así como lo hizo Olimpia. Convirtiéndose en leyenda para toda la eternidad y en madre de un autentico héroe griego, adorado como un dios. Por eso no es de extrañar que la vida de Olimpia sea digna del celuloide, aunque no tenga una película propia. Su nacimiento, vida y obra es digna de cualquier novela. Amor, intrigas y muerte rodearon la vida de esta singular reina. La reina Olimpia de Epiro, madre de Alejandro Magno. La reina de los cuatro nombres.
Angelina Jolie en el papel de Olimpia de Epiro en la pelicula Alejandro Magno (2004).

Bibliografía
Chirinos, J.C. (2005): “Olimpia, madre de Alejandro Magno. La reina de los cuatro nombres”.  Oberon, Grupo Anaya S.L. Madrid.
Guzmán, A., Gómez, F.J. (1997): “Alejandro Magno. De la historia al mito”. Alianza Editorial, Madrid. pp. 35-37
Mirón, D. (2002): “Olimpia (ca. 373-316 a.C.)”. Biblioteca de Mujeres. Ediciones del Orto.
Mirón, D. (2003): “La leyenda de Olimpia, madre de Alejandro Magno” en Mitos femeninos de la cultura clásica, Oviedo, KRK Ediciones. p. 262.
Vázquez, A.M. (2005): “Olimpia de Epiro (373-315 a.C.), esposa y madre de dioses”. Madrid.

Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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