Las Lupercales, la fiesta de la fertilidad

Jose M Gil

 


Febrero es el mes más corto del año, pero indiscutiblemente es una de las fechas donde confluyen más festividades antiguas. Por un lado, tenemos San Valentín, una fecha acordada por el cristianismo emergente del s.V d.C. Por otro, la festividad previa al día de los enamorados, las lupercales.

Y diréis, ¿qué son las lupercales? Pues imaginad una fiesta donde la gente corretea desnuda por la calle. Donde el alcohol y el sexo están a la orden del día, y sobre todo, donde el culto a la fertilidad y la sexualidad masculina eran la máxima de la fiesta. ¿Os suena no? Pues no es el Carnaval, sino las Lupercales. 

Su nombre proviene de la palabra latina “lupus”, es decir, lobo. Dicho animal representaba al dios romano Fauno (su homónimo griego era Pan). Este dios, era representado como un fauno, mitad humano, mitad macho cabrío. Por lo que, la sexualidad estaba más que implícita en su figura. Pese a lo que pueda parecer, durante las fiesta se rogaba por la fecundidad y la prosperidad.

La historia de dicha festividad se remonta a la época de los míticos fundadores de Roma, Rómulo y Remo. Como ya sabréis, muchas ciudades tienen un origen mítico o divino para consagrar la ciudad. Pues Roma no era menos. Según el mito, el hermano del rey de Alba Longa (ciudad fundada por Eneas, héroe de la Guerra de Troya), Amulio usurpa el trono. Tras esto, decreta que todos los varones del antiguo monarca sean asesinados y que su única hija, Rea Silva, se convierta en sacerdotisa de Vesta para así no tener descendencia nunca. Pero Marte, el dios de la guerra, se enamora perdidamente de Rea y engendran juntos a dos hijos, Rómulo y Remo. Amulio se enteró y ordenó su ejecución. Pero el hombre encargado decidió abandonarlos en el Tíber. La loba Luperca los encontró y fueron cuidados y alimentados por esta y por un pájaro carpintero (fig 1).

Fig. 1. Loba Luperca o Capitolina. estatua en bronce situada en los Museos Capitolinos.

Cuando los jóvenes crecieron, asesinaron a Amulio, tras lo que comenzó una época de infertilidad en la región. Rómulo y Remo fueron al oráculo de Juno a preguntar sobre el remedio ante ese mal, a lo que respondió: “Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo”.

Desde ese preciso momento, se creó un cuerpo sacerdotal llamado luperci o loberos, encargados en buscar anualmente a jóvenes, para que el día 15 de febrero fueran llevados a la cueva del Lupercal (cerca del monte Palatino), para desde allí ir hacia la ciudad y recorrer las calles desnudos como lobos.

Seguro que si pensamos en sacerdotes, no se nos ocurre la idea de que busquen jóvenes para desnudarlos (o sí), es por esto que la casta sacerdotal de los luperci han sido unas figuras controvertidas dentro del panorama historiográfico. Además, nunca estuvieron asociados en collegium, sino en sodalitates. Por otro lado, la desnudez de sus rituales chocaba con otras castas sacerdotales como las de los flamines o augures.

Otra cuestión, es la propia división dentro del seno de los luperci, la cual se cree que estaba dividida en dos ramas. Por un lado, los Fabii, que eran los encargados de sacrificar a Fauno. Por otro, los Quintilii, que eran excluidos del consumo de la carne sacrificada. Incluso, en época de Cesar se llegó a crear una tercera rama llamada lupercos Iulianii, que solo tenían la potestad de correr (fig. 2).

Fig. 2. Marco Antonio como luperco intentando coronar a Julio César. 

A continuación, haremos un recorrido por el ritual de esta festividad tan carismática. Según la tradición, todo comenzaba en la cueva donde se creía que Rómulo y Remo habían sido amamantados por Luperca (fig. 3). Una vez allí, los sacerdotes sacrificaban un perro y un macho cabrío. Con la sangre del sacrificio, marcaba la frente de los elegidos para la carrera. Estos eran en su mayoría pertenecientes a la élite romana, los cuales borrachos y untados en aceite corrían por la falda del palatino. Con la piel y carne de los animales sacrificados hacían tiras que eran colocadas en los corredores. Algunos iban totalmente desnudos y otros con algunos harapos. Tras su salida de la cueva, corrían por el monte Palatino dirección a la ciudad, golpeando y azotando a todos los que se encontraran a su paso. Según la creencia, esto era un acto de purificación que ayudaba a aumentar la fertilidad femenina, ya que pensaban que los moratones eran sinónimo de fecundidad. Es más, las doncellas se interponían en el camino a posta, con las ansias de ser azotadas por todo el cuerpo (fig. 4)

No eran golpes fuertes o a maldad como podrían parecer. Sino todo lo contrario, eran juegos y recreaciones, ya que durante el resto del año los chicos y chicas no podían interactuar como ocurría durante la festividad. Muchos autores afirman que esta fiesta era una especie de “ritual carnavalesco” donde durante un día, conceptos como lo primitivo y lo civilizado chocaban. Aunque, la realidad es que para los romanos era un ritual que purificaba y atraía la fertilidad.

Fig. 3. Luperca amamantando a Rómulo y Remo. Óleo sobre lienzo de Pedro Pablo Rubens (1615-16).
 

Pero, todo esto acabará cuando la iglesia católica llega al poder. La lascivia, lujuria y obscenidad, así como la gran connotación sexual que tenía la festividad, eran causas de repulsa para los cristianos. Por esto el Papa Gelasio I en el 494 d.C. prohíbe la festividad. De esta forma, el ritual de fertilidad y sexo que acontecía una vez al año pasó a ser la fiesta de San Valentín (fig. 5). Este mártir cristiano murió en el 270 d.C. tras negarse a cumplir los deseos del emperador Claudio II de no casar a los soldados. Este pensaba que un hombre soltero era más aguerrido que uno comprometido. Por esto, fue sacrificado y posteriormente elevado a los cielos como un santo que protegía a los enamoramos.

Fig. 4. Lupercos azotando a doncellas durante la festividad de las Lupercales.

La fiesta en honor a San Valentín estuvo vigente hasta el 1969, cuando Pablo VI decidió eliminarla del calendario. Aunque, en la actualidad cada 14 de febrero se conmemora el día de los enamorados e incluso, algunos de los solteros.

Pero las lupercales no quedaron en el olvido. Consiguieron escapar de las restricciones cristianas mediante lo que hoy conocemos como Carnaval. Unos días donde nos convertimos en otros y hay excesos de sexo, alcohol y diversión.

Fig. 5. San Valentín.

Bibliografía

Méndez Santiago, B. (2019): El dios Fauno y el ritual de los lupercos. Representaciones de la desnudez masculina. ARYS 17, 2019. Antigüedad: Religiones y Sociedades. pp 161-190.

Imágenes

Imagen inicial: Fiestas Lupercales de Andrea Camassei (1635). Óleo sobre lienzo. Museo del Prado (no expuesto).


Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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