¿Sabías que? Origen e historia de los perfumes



Con la llegada de la Navidad comprobamos como la televisión nos inunda de campañas publicitarias de distintas fragancias y perfumes de un sinfín de firmas (Fig. 1). Pero, los perfumes tienen una historia, no es algo del s.XXI. Una historia que se remonta hasta la Antigüedad. Griegos, egipcios o romanos, compartían la afición por el uso de este majestuoso producto. No sería hasta la llegada de la destilación del alcohol, gracias a los árabes, que el perfume cobrase mayor relevancia en el mundo entero. La palabra “perfume” proviene del latín, per fumun (por el humo). Este nombre cuanto menos curioso tiene su explicación. Mucho antes de que los perfumes fueran líquidos y se rociaran en la piel, se obtenían quemando resinas, maderas y flores. El humo o las esencias obtenidas de esta forma, eran lo que aplicaban en su piel, pelo u otros útiles. Si quieres saber más, acompáñame en este recorrido por la historia de un producto tan cotidiano hoy en día, pero con un legado increíble.
Fig. 1. Anuncio de la nueva fragancia K de la firma Dolce & Gabbana. 
ANTIGÜEDAD
En el Mediterráneo Antiguo el empleo del perfume fue muy común. Si bien es cierto, que su uso estuvo más destinado al ámbito mágico/religioso, y a ceremonias o ritos a distintas divinidades. Los egipcios fueron la primera cultura en añadir los perfumes a su vida cotidiana. Los primeros registros que se tienen, informan que se empleaban desde aceites perfumados para el pelo, hasta baños con esencias florales para perfumar todo el cuerpo (Fig. 2). Otro de los usos, fue como supondréis, en el embalsamamiento de las momias. Durante los rituales para momificar se untaba los cuerpos en esencias aromáticas. Un ejemplo lo encontramos en la famosa tumba de Tutankamón, en la cual se encontraron diversos ungüentarios con pomadas aromáticas. Que los egipcios fueran de los primeros en perfumarse no es de extrañar. Debemos partir de que el clima egipcio es muy seco y caluroso, por lo que usar ungüentos perfumados proporcionaba hidratación y suavidad a sus pieles. Además, la cultura egipcia, al igual que la griega, profesaba un profundo apego por la estética. Por lo que ir perfumados era para ellos imprescindible. Los egipcios marcaron un antes y un después, en el uso de los perfumes, gracias en buena parte por sus alquimistas y a sus corporaciones de perfumistas. Podemos decir, que no solo usaban los perfumes para ritos religiosos, sino que también estuvo muy presente en la vida cotidiana (Fig. 3). Los perfumes se usaban en todas las áreas, medicina, vida y en el sexo.
Fig. 2. Fresco que representa a una egipcia sosteniendo cuencos con aceites perfumados. 
Fig. 3. Fresco que representa a egipcias usando esencias y flores mientras se lavan. 
Los griegos también fueron grandes asiduos de este producto. Solían perfumar sus cuerpos tras los baños termales, tan asiduos en esta cultura. Además, ninguna celebración familiar podía ocurrir sin celebrar el “rito de ungir” (Fig. 4).  Este rito no era sino el de untar los cuerpos de los asistentes para purificarlos antes de la celebración. Según los textos antiguos, los hombres eran los que más se perfumaban. Siendo el gran Alejandro Magno el mejor ejemplo de esto. El gran conquistador consumía perfumes, tanto en forma de aceites e inciensos, como en ungüentos que perfumaban todo su cuerpo. Incluso, empapaba sus túnicas en azafrán y otras especias para ir siempre bien aromatizado. Fue tal su pasión por estas esencias que perfumó sus palacios, vestimentas e incluso animales y comida.
Fig. 4. Perfumador con forma de cordero (Grecia, año 640 a.C.).
En cuanto a los romanos, sabemos que asimilaron muchas de las costumbres griegas. Por lo que los perfumes, fueron muy empleados en esta cultura (Fig. 5). Pero, como con todo, los romanos llevaron esta costumbre al extremo. Fueron tan extremistas, que llegaron a perfumar desde fuentes de agua, hasta muebles, ropa o sus propias mascotas. Los perfumes fueron usados en todos los estratos sociales, pobre, ricos e incluso esclavos recurrían a ellos para estar a la “moda”. Existieron mil formas de transportar o llevar los perfumes, aunque en su mayoría fueron en vidrio (Fig.6).
Fig. 5. Mujer romana vertiendo esencias en un perfumador portátil de vidrio.
Fig. 6. Frascos y útiles de vidrio para guardar los perfumes en Roma.

Distinto ocurrió en las civilizaciones de Oriente. Allí, los perfumes eran sinónimo de lujo y sofisticación, y fueron empleados en su mayoría por la realeza y los nobles de cada reino. Era tal su influencia que se llegaba a decir que las esencias, inciensos o ungüentos costaban más que el propio oro. Según la propia Biblia, la reina de Saba le hizo el mayor regalo de la época al rey Salomón, un cargamento de perfumes e inciensos (Fig. 7). La mirra llego a ser tan requerida que costaba imperios, por eso solo era usado por reyes y para reyes.
A propósito de la Biblia y el cristianismo, y con la llegada de este. Sabemos que con el alzamiento de esta religión, entre otras cosas, se prohibieron los perfumes por su carácter sexual. Los alquimistas fueron perseguidos y sus talleres destruidos. No sería hasta las Cruzadas, que los perfumes volverían a ser legales.
Fig. 7. La visita de la reina de Saba al rey Salomón. Sir Edward John Poynter  ( 1836 - 1919).
MEDIEVO
Durante los s.XI-XII las Cruzadas proliferaron y con ellas llegaron ingredientes y productos traídos de aquellos reinos conquistados. Uno de estos productos, fue el perfume. Los ungüentos, inciensos y perfumes volvieron a ser empleados siglos después de su prohibición gracias a los cruzados y la reapertura comercial que llegó con sus conquistas. Durante gran parte del Medievo, la perfumería se limitó a los grandes jardines perfumados con plantas aromáticas, como los de Carlomagno o los de las abadías. Pero, la higiene y la salud fueron muy importantes durante estos siglos, puesto que la esperanza de vida no era muy grande. Junto con estos ungüentos e inciensos provenientes de Oriente, también llegaron las pomadas o pomanders (Fig. 8). Estos pomanders fueron tan usados que llegaron a ser portátiles. Pudiendo así, llevar esencias para perfumarse a todos lados. 
Fig. 8. Cuadro de Mary Denton sosteniendo un pomander. George Gower (1573).
En el Imperio Chino, fue muy común su uso también. Es más, solían introducir saquitos perfumados (Fig. 9) entre las sabanas y la ropa, como hoy haríamos en nuestros roperos y armarios. No es de extrañar, puesto que en dicha cultura, los alquimistas estaban a la orden del día. Solían quemar incienso en todas las casas, también perfumaban las bañeras. Un dato curioso, es que en la cultura asiática existía la costumbre de darle a aquellos que fueran perjudicados por el alcohol, un trozo de papel impregnado en esencia de azahar. De esta forma intentaban disimular el olor a alcohol.
Fig. 9. Saquitos perfumados.
EDAD MODERNA
Pero, no sería hasta el s.XVI que los perfumes comenzarían a ser usados y creados algo más parecidos a como lo hacen en la actualidad. Se cuenta que el primer monarca en volver a usar un perfume en la corte fue la reina consorte de Hungría,  Isabel Piast (1305 – 1380).  Según cuenta la tradición, la reina tenía graves problemas de salud. Siguiendo recomendaciones, visitó a un ermitaño que era conocido por aliviar dolores y curar enfermedades con sus ungüentos y preparaciones varias. Este, le preparó un agua que alivio los dolores y revitalizó a la reina. El elixir, no era otro sino una elaboración a base de romero y agua destilada en un alambique. Esta agua tenía las propiedades perfectas para las dolencias de la reina, disminuía las parálisis que tenia  y tonificaba su piel (Fig. 10).
Fig. 10. Agua de la reina de Hungría. En la actualidad aun se comercializa este perfume. 
A diferencia del Medievo, durante el Renacimiento se dio un auge de la alquimia, lo que permitió la proliferación de perfumes y aceites esenciales (Fig. 11). Al igual que pasaría con el arte, Italia se convirtió en la capital de la perfumería durante este periodo. De todos los rincones del mundo llegaban ingredientes naturales para la fabricación de todo tipo de perfumes. Aunque, la Provenza supuso el lugar por antonomasia para recoger materias primas destinadas a la fabricación de estos productos.
Fig. 11. Alambique de cobre para destilar las esencias puras. 
Aunque, sin lugar a dudas la perfumería y los perfumes tuvieron un giro de 180º con el descubrimiento de la síntesis química a finales del s.XIX en París. Esto provocó un avance sin precedentes en un producto que hasta ese momento era de uso poco cotidiano. Desde ese mismo momento, los perfumes serian usados en todas las casas y personas como una forma de demostrar su independencia, personalidad y para ensalzar los sentidos.

Referencias Artísticas
Imagen de Portada: Matrona romana siendo maquillada, peinada y perfumada en su tocador. Juan Giménez Martin (s.XIX). Congreso de los Diputados, Madrid (España).   

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