La sección “Grandes mujeres de la
Antigüedad” nació para dar voz a la historia de todas esas féminas valientes,
adelantadas a su tiempo, que no asumieron el rol impuesto por la sociedad. Safo
es una de ellas. Una mujer culta, preparada y singular donde las haya. Además,
su vida está íntimamente ligada a la historia queer, por lo que viene perfecto
para conmemorar este mes de amor libre.
Si quieres conocer la vida, obra y los
mitos que circulan alrededor de la vida de esta gran poetisa, ponte cómodo y
disfruta
Vida y obra
Safo nació en Ereso, pese a la extraña
creencia de que lo hizo en la capital de Lesbos, Mitileno. Proveniente de una
buena familia, rica y con comodidades fue la mayor de cuatro hermanos. Sus
padres eran Escamandrónimo y Cleis, unos comerciantes de vino adinerados de la
isla. Cuando Lesbos entra en guerra contra Atenas, su padre se vio obligado a
ir a la guerra, muriendo en esta. Es entonces cuando Safo se hace cargo de la
empresa familiar llevándola a un gran éxito. Al contrario de lo que pueda
parecer, la isla de Lesbos estaba más adelantada que la propia Atenas. En la
isla las mujeres tenían los mismos derechos y obligaciones que los hombres.
Posiblemente debido al influjo de otras culturas, por ser una zona de paso.
Esto sería el caldo de cultivo para lo que posteriormente haría Safo con su
academia y su obra.
Atenas fue muy crítica con Safo, para los
atenienses las mujeres eran meros floreros andantes. A no ser que fueses una
cortesana o hetera, no podías acceder a una educación adecuada. Otro detalle a
tener en cuenta, es que cada polis gozaba de sus propias leyes y política. Política
a la que Safo no dudó en atizar con sus palabras, puesto que fue una gran
activista en la propia isla de Lesbos. Fue tal su empeño que participó en el
complot de asesinato del gobernante Pitaco. Esto la llevó a granjease la
enemistad de varias familias nobles como los Polianáctidas o los Cleanáctidas.
Fue descubierta y apresada junto a los demás participantes de la conspiración y
exiliados a Sicilia hacia el 593 a.C (Fig. 1).
Fig. 1. Sappho de Charles-August Mengin (1877) |
Su camino la llevo a la ciudad siciliana de Siracusa donde permaneció seis años, en los cuales llegó a casarse y tener una hija, Kleis. Lejos de encajar en el rol de esposa y madre que se esperaba del ideal de mujer griega, Safo continuó su vida intelectual mucho más intensamente si cabe. Su marido murió al poco de tener a su hija, dejándole una gran suma de dinero. La vida siciliana la enriqueció en todos los sentidos, Gracias en parte al contacto directo que Siracusa tenía con otras culturas del Mediterráneo. Al poco tiempo de vivir allí, ya se había convertido en parte del panorama social y cultural de la isla.
Tras el levantamiento de su condena, Safo
volvió a Lesbos donde fundó una academia, en la que enseñaba literatura,
poesía, canto y arte en general (Fig. 2). En estas escuelas se preparaban a las mujeres
para su vida conyugal. Se enseñaba como ser buena esposa, por lo que era una
especie de preparatoria antes de la vida real. Cuando alguna de sus alumnas
contraía matrimonio, Safo le dedicaba odas nupciales que recitaba el día antes
del enlace.
Fig. 2. Hidria donde se representa a Safo leyendo un poema a sus amigos (440-430 a. C.). |
Según las leyendas Safo estuvo con hombres
y mujeres, algo un poco inusual en la Grecia antigua, puesto que la homosexualidad
estaba normalizada entre el sexo masculino, pero no tanto en el femenino.
En cuanto al amor, podemos decir que Safo
tuvo dos grandes amores, por un lado, Faón del que se cree es solo un mito, y
por otro Atthi, la cual al casarse dejó en pena a la poetisa.
Cuando Atthi abandonó la academia para
casarse, Safo escribió uno de sus poemas más famoso y desgarradores, “el adiós
de Atthi” (Fig. 3). En estos versos se puede entre ver el amor existente entre ambas
mujeres. Aunque no sería la única. Según diversos autores, la poetisa se enamoró
en muchísimas ocasiones y siempre apasionadamente.
Fig. 3. Ilustración representando a Safo con una amada. |
Murió en el año 570 a.C. dejando un gran vacío en todo el Hélade, según los restos arqueológicos, tras su muerte se acuñaron monedas con su efigie, así como una multitud de estatuas de ella (Fig. 4). Platón se refería a ella como “la décima musa”, en parte al gran cariño y admiración que sentía hacia esta gran y valiente mujer.
Fig. 4. Busto de Safo de Lesbos. |
El poemario de Safo es en su mayoría de índole personal. Muchas de sus composiciones estuvieron destinadas a sus alumnas como hemos dicho, y también a amigas. Los grupos como los de Safo no eran algo inusual en Lesbos. Las muchachas jóvenes y bellas pasaban algunos años en estos círculos de sabiduría para prepararse para el matrimonio. Andrómeda o Gorgo fueron lideres rivales de Safo en esta especie de hermandades antiguas. La casa de Safo era “la casa de las servidoras de las Musas” (Fig. 5). Las muchachas convivían durante un tiempo a la sombra de las enseñanzas de ella.
Llegó a escribir nueva libros todos con
odas, canciones nupciales y epitalamios, así como himnos y elegias hacia sus alumnas,
amigas o a deidades varias. En toda Grecia se leían, puesto que ganó gran reputación
en parte por sus ideas revolucionarias. Los poemas eran de una gran sencillez e
intimidad que dejaban entre ver posibles relaciones amorosas con los y las
destinatarias de sus letras. Posiblemente el poema más famoso sea su “Oda a
Afrodita”, a la cual le pide favores para poder tener a sus amantes. Como
buena revolucionaria en sus versos hace apología en contra de la guerra y las luchas.
Ella promueve al autoconocimiento a través del arte y el desarrollo propio,
algo que en un mundo dominado por hombres era cuanto menos controvertido.
Muchos autores y poetas tomaron como referencias
e inspiración sus obras, Teócrito, Ovidio o Catulo entre otros. Durante la época
alejandrina se intentó poner en valor la obra de Safo, pese a lo fragmentado de
sus textos. Pese a esto, gran parte fue destruida en el s.XI por el Papa
Gregorio VII, hasta que en el s.XIX durante el movimiento del romanticismo, se
comenzó a recuperar lo que quedaba de la obra de Safo. En pleno s.XX aparecieron
unos papiros con textos de la poetisa, concretamente la “Oda a las Nereidas”,
lo cual hace tener la esperanza de que en un futuro aparezcan más poemas de
esta increíble mujer.
Fig. 5. Casa de las Musas. |
Safo y Afrodita
En el imaginario clásico, Safo fue una
gran poetisa que no dudó en amar tanto a hombres como mujeres. Un mito que
circula sobre la vida de la poetisa es que su gran amor fue la diosa Afrodita.
Se cuenta que en su círculo de alumnas se practicaban ritos en honor a esta
diosa para honrarla y adorarla. Una de las pruebas en las que se basan es en su
famosa “Oda a Afrodita” (Fig. 6). El contenido es sencillo, es un ruego hacia la deidad
para que le otorgue el amor de alguien que no la corresponde.
En el texto, podemos leer como la diosa no
era la primera vez que la ayudaba, sino que una vez descendió de los cielos en
un carruaje tirado por gorriones para otorgarle sus favores a Safo. En ese
momento, Afrodita le prometió que su amor renegado pronto estaría a sus pies.
Esto nos hace pensar que para la autora la diosa la escuchaba y atendía cuando
esta se lo pedía. Existía una conexión intima con la deidad, así como una
intimidad. Sea como fuere, todo queda entre el mito y la leyenda, como el amor
que Safo profeso a Faón.
Fig. 6. Fragmentos de papiro con la Oda de Afrodita. |
El mito de Faón
Los textos que hablan del mito de Safo y Faón
son cuanto menos escasos. Además, como en todo mito existen muchas versiones de
lo acontecido. A rasgos generales, la historia es la siguiente: Faón era un anciano
feo y sin dinero que trabajaba como barquero en la isla de Lesbos. Un día, la
diosa Afrodita disfrazada de anciana se montó en su bote y solicitó sus servicios,
a lo que el buen barquero aceptó e incluso rehusó cobrarle la tarifa. La diosa
en compensación le regaló un ungüento que debería de aplicarse cada día si quería
recuperar la juventud y la belleza. Gracias a la magia de Afrodita, Faón se
convirtió en un hombre joven y apuesto. Su belleza fue tal que consiguió enamorar
y seducir a todas las mujeres de la isla, Safo incluida. Pero el renovado barquero
dio calabazas a la poetisa, propiciando que esta por desesperación se suicidara
desde el risco más alto de Léucade (Fig. 7).
No se sabe muy bien cuando aparece este
mito, pero lo que si podemos decir es que es eso, un mito. Se sabe que Safo murió
ya madura y tranquila en la isla de Lesbos, por lo que es más que posible que
esta historia naciera tras su muerte siglos después.
Safo en el cine
Poca representación de la vida y obra de
esta gran poetisa existe en el celuloide. Por un lado, tenemos la película italo/francesa
titulada “Sappho, venere di Lesbos” de 1960. En ella se recrea el mito
(algo inventado) de Faón y Safo en la piel de los actores Kerwin Matthews y
Tina Louise respectivamente (Fig. 8). En esta película Safo es una sacerdotisa del templo
de Afrodita y Faón un príncipe que huye de las garras del tirano rey Melanchrus.
En su huida se resguarda en el templo y conoce a la poetisa. Se enamoran a
primera vista, pero el compañero de Safo, Actis (enamorado en secreto de la
joven), intenta por todos los medios separarlos. Al final acaban juntos y Faón
se lleva a Safo con él para convertirla en su reina.
Fig. 9. Póster e imágenes de los protagonistas de la película. |
Por otro lado, tenemos la película “Sappho”
de 2008 que es un poco más fiel a la obra de la poetisa (Fig. 9). Esta película ucraniana
se inspira en los antiguos poemas de Safo, trasladándolos a la década de los
años 20. La sinopsis es la siguiente: Sappho Lovell (Avalon Barrie) es la hija
de un millonario que viaja a la isla de Lesbos de luna de miel. Durante su
estancia, conoce a la hija de un arqueólogo llamada Helene, de la cual queda
enseguida enamorada. De esta forma se establece un complejo triangulo amoroso,
entre su marido y Helene que provoca que la protagonista llegue incluso a
creerse la reencarnación de la poetisa clásica.
Fig. 10. Fotograma de la película Sappho. |
Conclusión
En conclusión, la figura de Safo es de
gran importancia para el arte y la literatura, de ese no cabe duda. Fue una
mujer adelantada a su tiempo que luchó contra un sistema impuesto para
favorecer a los hombres. Además, Safo junto con Aspasia de Mileto y Olimpia de
Epiro son posiblemente de las mujeres más importantes de la Grecia Clásica. Llegando
incluso a estar al mismo nivel que personajes tan célebres e importantes como Pericles,
Platón, Aristóteles o Alceo.
Nunca sabremos cual extensa fue su obra, debido
en parte a la participación de la iglesia y su labor intolerante y conversadora.
Pese a esto, su legado ha perdurado y hoy en día es considerada como una de las
poetisas más importantes de todos lo tiempos. Fue tal su éxito que se la conoció
en todo el Hélade. Atenas, considerada la cuna de la democracia bebió de sus
obras, en un lugar donde las mujeres eran prisioneras de sus casas. Los siglos
y las religiones han sido crueles con la imagen y obra de Safo. La han tachado de
prostituta, meretriz y desviada, entre otras cosas. Pero jamás consiguieron
ahogar su voz, una voz que quedó plasmada en sus escritos, y que pese a quien le
pese, han sobrevivido hasta nuestros días, para que podamos contemplar la
grandeza de una mujer que no le tuvo miedo a nada. Que vivió según los dictámenes
de su corazón y amó a quien quiso cuando quiso. Una gran mujer que consigue conmover
corazones incluso siglos después de su muerte, dando como resultado palabras y términos como safismo de Safo (atracción sexual de una mujer a otra) o lesbianismo de Lesbos que son claramente alusivos a su imagen.
Bibliografía
Barrigón, M. C. (2003). "Faón, Afrodita y la isla de Lesbos. Historia de un
mito". En "Lógos hellenikós: homenaje al profesor Gaspar
Morocho Gayo". Universidad de León, Secretariado de Publicaciones y
Medios Audiovisuales. Pp. 581-590
Martinez, Á.
(s.f.). "Introducción a la vida y obra de Safo".
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004): “Biografía de Safo”.
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea.
Barcelona (España).
Safo y sus compañeras escuchan como el poeta Alceo toca un kithara, en la isla de Lesbos. Sir Lawrence Alma-Tadema (1881). |
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