Los rituales funerarios en la cultura nórdica


Al igual que ocurría en las culturas del Mediterráneo, los rituales funerarios para los nórdicos fueron muy importantes. Rendían culto a cientos de dioses y el paso de la vida a la muerte, era de suma importancia. Además, al igual que los egipcios, creían que una vida más allá, por lo que tenían muchos ritos tras el fallecimiento.

En cuanto a la cosmogonía de la muerte de los nórdicos, sabemos que tenían varios destinos en función de como habían muerto. Por un lado, algunos guerreros caídos en batalla eran llevados al Valhalla, residencia de Odín (fig. 1). Estos eran conducidos por las valquirias para convertirse en einherjer, soldados que lucharían en la guerra final junto a Odín cuando llegase el Ragnarök. Por otro lado, muchos otros soldados caídos llegaban al palacio de la diosa Freyja, llamado Fólkvangr, donde vivían una vida placida sin el tormento de la guerra. Los campesinos y el pueblo en general, que morían de muerte natural iban al palacio de Thor, Bliskirnir. Siempre y cuando, hubieran sido personas nobles y de buen corazón. Pero, si había un lugar donde no querían acabar las almas ese era Helheim, residencia de la diosa Hela. Allí iban a parar las almas atormentadas, siendo el peor destino.

Fig. 1. Valhalla de Max Brückner (1896).

Por esto, los ritos funerarios han sido parte fundamental en los estudios de muchos investigadores, en parte, debido a la gran cantidad de materiales arqueológicos asociados a ellos. Estos restos, se traducen en una gran expresión de la vida cotidiana, guerra, comercio, caza y ornamentos personales. Además, gracias a los rituales funerarios se pueden catalogar los estratos e identidades sociales de muchas de estas tribus. Sin olvidar, que muchos de estos rituales están conectados directamente a los servicios odínicos, como el descrito por el cronista árabe Ibn Fadlan.

Otro cronista árabe, Ibn Rustah, menciona en sus investigaciones la construcción de una cámara funeraria de líder vikingo en la zona de Rusia. Según el autor, en el complejo funerario se incluyeron tanto restos de comida y bebidas, como útiles de la vida cotidiana como monedas y vasijas o botellas. Además, menciona que la propia mujer del jefe fue enterrada viva dentro de la tumba. Muchos historiadores e investigadores como el arqueólogo británico Neil Price, creen que los funerales nórdicos no eran simples rituales, sino que también estaban cargados de representaciones y dramatizaciones, con una fuerte conexión con los relatos míticos (fig. 2). Este tipo recreaciones, enviaban a la población mensajes tanto sociales, como religiosos. Incluso los animales que empleaban desempeñaban una función en el drama creado. La tumba era la morada final de los protagonistas, por lo que la escenificación final era importante para los nórdicos.

Fig. 2. Ilustración con una recreación de una cremación vikinga. 

En cuanto a los tipos de rituales funerarios vikingos, podemos destacar dos, la inhumación y la cremación. Referente a la inhumación, existieron varias formas de realizarla. Por un lado en un barco, ya fuese de madera o piedras. Por otro, una tumba excavada en la tierra o con montículos o túmulos sobre el cuerpo. Por su parte, la cremación podía ser o mediante una pira funeraria o con un barco donde depositaban el cuerpo y al que luego prendían fuego (fig. 3).

Fig. 3. Recreación de un barco fúnebre nórdico ardiendo. 

Escoger el tipo de ritual dependió de diversos factores, regionales, jerárquicos y temporales. Se sabe, que en algunas zonas se practicó más un tipo que otro, e incluso que en la zona de dominación vikinga de Escandinavia se practicó más la cremaciones, mientras que en la de predominio cristiano, primó la inhumación. Además, estaba la cuestión monetaria. La riqueza y el estatus del fallecido podía ser un claro indicativo de un modo de entierro u otro. No todo el mundo podía permitirse un barco o quemarlo, por lo que optaban por las piedras y lápidas funerarias de mayor o menos tamaño. Los esclavos y gente al final de la pirámide social, no tendría o recibiría atenciones, por lo que sus entierros serian modestos y sin ningún tipo de repercusión.

Sea como fuere, al igual que ocurría en otras culturas, la cultura nórdica tuvo como costumbre de dotar de un ajuar funerario a sus fallecidos. Siempre según el estatus y la profesión que tuviera. Estas ofrendas se depositaban junto al cadáver y podían ser, desde objetos que el difunto había utilizado en vida, hasta herramientas, armas o útiles de la vida cotidiana como calderos, baúles, carros, barcos, joyas, alimentos varios o bebidas (fig. 4). Además, se ha constatado que en muchas ocasiones, se realizaron sacrificios de animales e incluso de humanos. Generalmente esclavos del fallecido, que le acompañaban en su último viaje, para servirle en el más allá.

Fig. 4. Carro perteneciente a un ajuar fúnebre. 

En cuanto a las ropas con las que se enterraba al difunto, existen varias versiones. En algunos textos nos cuentan, que se les sepultaba con su ropa de diario. Sin embargo, otras narran como existía una ritualidad entorno a la confección de las ropas que llevaría el fallecido en el entierro.

Debemos mencionar también, las distintas formas que tenían los vikingos de señalar los enterramientos. Algunas tumbas fueron marcadas con piedra con runas conmemorativas talladas en ellas como las de Jelling. Otras, se señalaban con piedras que recreaban un barco, como las de Lindholm Høje en Dinamarca (fig. 5). También encontramos algunas con forma circular o triangular en la zona de Suecia central, en incluso túmulos llamados cairn, que tenían forma cónica. La forma y el tamaño de las piedras era un indicativo del estatus de la persona fallecida y la de su propia familia.

Fig. 5. Barcos de piedra en Lindholm Høje (Dinamarca).

Todos estos detalles de los rituales funerarios de la cultura nórdica, son conocidos gracias en parte a las fuentes arqueológicas y escritas. La arqueología a logrado extraer una gran cantidad de información de los yacimientos vikingos. Por otro lado, las fuentes escritas como las sagas, textos nórdicos o crónicas árabes, han sido de gran utilidad para entender los tipos de enterramientos y ritualidad. Han sido de ayuda especialmente, las descripciones de funerales vikingos que dejaron Ahmad Ibn Fadlan, Ahmad Ibn Rustah y el historiador Al-Masudi.

De estas fuentes se extrae en líneas generales, que los entierros gozaron de rituales y ceremonias muy importantes en la Era Vikinga. En algunos de los textos mencionados anteriormente, se narra como los vikingos acostumbraban a celebrar todos los acontecimientos importantes del año y de la vida con celebraciones (fig. 6). Existía además, una cerveza funeraria, que bebían el séptimo día de la muerte del difunto, en una gran fiesta llamada sjaund o fiesta de la cerveza funeraria. Es en ese momento, cuando se procedía a realizar libaciones en la tumba del fallecido. Únicamente, tras esta ceremonia los herederos podían reclamar la herencia del muerto.

Fig. 6. Recreación de una cremación vikinga con el ajuar del fallecido. 

Los sacrificios también fueron importantes para los vikingos. La mayoría de estas celebraciones incluían sacrificios rituales ofrecidos a los dioses, tanto animales, como de humanos. Los sacrificios animales, serían la comida servida en el banquete, por lo que se habrían sacrificado animales comunes de la zona. En cuanto a los humanos, eran generalmente de esclavos, como hemos mencionado anteriormente. Existen varios ejemplos como el relato de Ibn Fadlan o El Canto breve de Sigurd, en el que Brunilda concreta cuantas esclavas tienen que ser sacrificadas para acompañar al difunto Sigurd.

Al igual que ocurría con los romanos, los vikingos tenían la convicción de que si no se enterraban a los difuntos de forma correcta, podían regresar para perturbar la vida de los vivos. Por lo que, la realización de ceremonias, rituales, sacrificios o libaciones tras la muerte de un ser querido era lo principal para ellos.

En cuanto a los tipos de enterramiento, como hemos dicho anteriormente, fueron la inhumación y la cremación. La inhumación estuvo presente en todo el territorio escandinavo, con especial predominancia en zonas de la Península de Jutlandia y Dinamarca. Sin embargo, la inhumación comenzó a ser preferente frente a la cremación con la llegada del cristianismo. Por tanto, a partir de finales del s. IX y principios del X casi todas las tribus vikingas realizaban este tipo de enterramiento. Y ya, hacia el año 1000 era la forma de entierro más común para ellos. Las inhumaciones, se hacían depositando los cuerpos en ataúdes de madera o en sudarios (fig. 7). El hecho de pasar de cremación a inhumación, supuso muchos cambios en las ceremonias y rituales post-posicionales. Aunque, se sabe que siguieron realizándose con las mismas tradiciones paganas que las cremaciones. Es decir, con un ajuar funerario acorde al estatus y clase del fallecido.

Fig. 7. Recreación de una inhumación en un barco de madera con piedras que lo cubrían. 

En cuanto a las cremaciones, era la costumbre incinerar a los difuntos con su vestimenta, joyas y ajuar, a altas temperaturas que rozaban los 1400 grados centígrados. Posteriormente, con las cenizas se podía o bien dispersarlas, cubrirlas con un montículo o enterrarlas marcándolas con una roca o piedra, como hemos mencionado antes. Además, existía la creencia de que la pira crematoria debía emitir una columna de humo lo más alta posible (fig. 8). De esta forma, el difunto podía elevarse a los cielos y llegar a su destino antes. Esto es descrito en la saga Ynglinga.

Fig. 8. Recreación de una pira funeraria.

En definitiva, la cultura nórdica tuvo especial delicadeza en sus rituales funerarios. Eran tribus guerreras, que creían fervientemente en el más allá. Un más allá, donde se sentarían a la mesa de los dioses, para esperar el Ragnarok. Por tanto, no es de extrañar que sus rituales y ceremonias funerarias fuesen tan extendidas y obligadas. Muchos de los yacimientos arqueológicos así lo demuestran. En Birka (Suecia), encontramos un yacimiento con más de 3000 tumbas, que aportan una gran cantidad de información sobre la vida de los vikingos. En Noruega también se conservan montículos de grandes dimensiones. Aunque, el mayor cementerio vikingo lo encontramos en Escandinavia. Con una datación entre el 1000 al 1500 d.C. y con más de 700 tumbas, por las que se sabe, que este territorio fue un importante centro de comercio. También, se han hallado muchas pruebas del comercio establecido allí, cristalería, joyería, e incluso monedas de plata árabes. Además, la mayoría de los enterramientos fueron cremaciones, aunque encontramos algunas inhumaciones de época más tardía.

Todo esto, no hace sino constatar, que la sociedad vikinga tuvo un estrecho lazo con la muerte. No solo en la batalla, sino tras ellas, con rituales y ceremonias para sus muertos. Para muchos contemporáneos, fueron barbaros, pero sus costumbres funerarias dicen los contrario. Sus fallecidos fueron importantes, y como tal sus entierros debían ser ritualizados al milímetro. Nada que envidiar a los romanos, griegos o egipcios. 


Bibliografía

Boyer, R. (2005): La vida cotidiana de los vikingos (800-1050). José J. de Olañeta, ed, Palma de Mallorca.

Dubois, T. (1999): Nordic religions in the Viking Age. Philadelphia: University of Pennsylvania Press.

Langer, J. (2017): La religión Nórdica en la Era Vikinga en Arqueología e Historia nº13. Madrid: Desperta Ferro Ediciones. pp. 6-10.

San José Beltrán, L. (2014): Los funerales vikingos. Tipologías funerarias en la Era Vikinga.


Imágenes

Imagen inicial: Recreación de un barco vikingo.

Imagen final: Barco funerario de Oseberg (Noruega).


No hay comentarios:

Publicar un comentario