Cristina y Ana, dos reinas orgullosas

Jose M Gil


La historia esta plagada de amores prohibidos, pero en la mayoría de los casos compuesto por hombres. Las mujeres, como bien hemos mencionado en muchos artículos, quedaron relegadas a un segundo e incluso tercer plano en muchas culturas. Ya ni mencionar si eran lesbianas o no.

Para los romanos, que una mujer mantuviera relaciones sexuales con otra mujer era ir contranatura, puesto que quería usurpar el papel de un hombre (fig. 1). En los siglos venideros, la cosa no cambió mucho.

Fig. 1. Cerámica griega de una mujer utilizando consoladores.

Pero, existieron mujeres que se enfrentaron a su destino como fue el caso de Cristina de Suecia (fig. 2). Cristina fue la primogénita del rey Gustavo II Adolfo y pertenecía a la dinastía real de los Vasa, iniciada en 1521.

En un mundo regido por hombres, Cristina fue proclamada reina en 1632, con tan solo seis años, tras fallecer su padre en la guerra. Fue una monarca controvertida, puesto que era inteligente, impulsiva, y tenía un sentido de humor picante. Además, le encantaba romper la reglas, vistiendo como hombre y retratándose así (fig.3).

Aunque, posiblemente lo más controvertido de su vida fuese su ambigüedad sexual. Ya desde su nacimiento, ni los médicos sabían si era varón o hembra. Es por esto, que inicialmente anunciaron que había nacido un heredero. No fue, hasta el día siguiente de su nacimiento que su tía se atreviese a contarle al rey Gustavo II Adolfo, que era niña.

Fig. 2. Retrato de Cristina de Suecia (1670-75), por Jacob Ferdinand Voet. 

Cristina fue criada como un príncipe. Aprendió idiomas tanto clásicos, como extranjeros. Además, fue instruida en esgrima y a andar a caballo. Hasta ese momento, las mujeres no tenían permitido aprender y ser cultas. Según cuentan, Cristina consumía libros cada día y tenía un enorme apetito intelectual, que incluía la filosofía y la astronomía.

Al acabar la Guerra de los Treinta Años, muchos intelectuales viajaron a Suecia atraídos en gran parte por la biblioteca personal de Cristina. La cual, se había convertido en una de las más admiradas del continente. También fue una gran amante del arte y una mecenas relevante. Siendo este el legado más importante que dejó a su país.

Fig. 3. Retrato de Cristina a caballo (1653), por Sebastien Bourdon.

Se dice incluso, que fue coronada como rey y no reina, algo que acrecentaría su comportamiento masculino. Según la historiadora de arte Therese Sjovoll: «Cristina realmente tenía la seguridad de un rey. A pesar de ser mujer fue criada como un príncipe y fue coronada como rey de Suecia. No reina, rey«.

Es por esto, que desde joven ya corrieron rumores sobre su condición sexual. Según los historiadores, su dama de compañía Ebba Sparre (fig. 4), no solo era su íntima y mejor amiga, sino que también era su amante. Algo que se ha podido entrever, en varias cartas escritas entre ellas que hoy en día se conservan. También, estos rumores se vieron acrecentados por su negativa tanto a casarse, como a tener hijos.

Veronica Buckley, en 2005, escribió la biografía de la reina y la describía de tal forma: «Caminaba como un hombre, se sentaba y cabalgaba como un hombre, y podía comer y maldecir como el soldado más rudo. Su voz era profunda y áspera, y su temperamento caliente: sus sirvientes no eran ajenos a golpes ni contusiones«.

Fig. 4. Retrato de Ebba Sparre (1653), por Sebastien Bourdon.

Poco duró en el trono, ya que, al poco de ser reina ya quería dejar el trabajo. A los 23 años, ideó una forma de abdicar muy controvertida, se cambio al catolicismo. Suecia era protestante y con este cambio, provocó el rechazo del pueblo dejando la puerta abierta a la abdicación a su primo Carlos Gustavo.

Tras esto, su intención era mudarse a Roma, no por temas espirituales, sino porque la ciudad eterna era la capital del arte en aquel entonces. Allí, se convirtió en una mecenas abriendo teatros, fundando academias literarias y llevando el arte por bandera.

Murió en 1689 a la edad de 62 años en una gran pompa por parte del pueblo romano. Se embalsamó su cuerpo y se expuso durante cuatro días. Luego, fue enterrada en las grutas del Vaticano, siendo una de las pocas mujeres enterradas allí (fig. 5). Es cuanto menos curioso, que una mujer de su supuesta condición sexual acabase siendo enterrada, en un lugar que ha maltratado y perseguido al colectivo LGTB.

Fig. 5. Monumento a Cristina de Suecia en la Basílica de San Pedro Roma (1702), creado por Jean-Pol Grandmont. 

Distinto fue lo acontecido en la vida de la reina Ana de Inglaterra (fig. 6). Se podría decir de ella que vivió el amor en todos sus sentidos. Tuvo 19 hijos, un triángulo amoroso con dos mujeres y fue la última de la dinastía de los Estuardo en reinar sobre Gran Bretaña. Todo lo necesario para una serie de Netflix.

Su vida estuvo marcada por muchas crisis relacionadas con la sucesión de la corona. Tanto su hermana, como ella fueron incapaces de tener un hijo que viviese. Por otro lado, estaba el problema entre Escocia e Inglaterra por el sucesor.

Fig. 6 Retrato de Ana de Inglaterra (1705), por Michael Dahl.

Posiblemente, este fuese el motivo por el que acabó refugiándose en los brazos de su amiga y amante Sarah Jennings Churchill, duquesa de Marborough (fig. 7), esposa de John Churchill. Poco después, aparecería en escena Abigail Masham (fig.8), prima de Sarah, quien entró a trabajar en palacio y se ganó pronto el beneplácito de la monarca.

Su llegada, provocó los celos de Sarah, puesto que Abigail era una joven afable y con pensamientos muy parecidos a la reina. Muchos autores apuntan, que antes de la llegada de la joven, entre la reina Ana y Sara Churchill existía una correspondencia bastante hot.

Fig. 7. Retrato de Sarah Churchill (1700), por Godfrey Kneller.

El temperamento volátil de la reina y los celos enfermizos de Sarah, provocaron muchas habladurías en la corte. De tal forma, que Ana Estuardo ordenó que Abigail durmiese en habitaciones contiguas a la suya, que su momento pertenecían a la duquesa de Marborough.

Aquello acabó, cuando la monarca en 1710 escribió una carta al duque de Marborough, informándole que no deseaba volver a ver más a su esposa. Esta encolerizada, pidió ver a la reina, pero jamás sucedió. Poco después, en 1714, invalida y casi incapacitada moría la reina Ana a los 49 años junto a su amada Abigail, siendo enterrada después en la Abadia de Westmister. 

Fig. 8. Retrato de Abigail Masham.

Como hemos podido ver, las vidas de estas monarcas fueron cuanto menos controvertidas. De la primera Greta Garbo (otra que se dice que fue del colectivo LGBT), protagonizó la película inspirada en la vida de la monarca en 1933. De la segunda, recientemente encontramos la película del aclamado director Yorgos Lanthimos “La Favorita” (2018), protagonizada por Olivia Colman en el papel de la reina Ana, Rachel Weisz como la Duquesa de Marborough y Emma Stone como Abigail Masham (fig. 9).

En resumen, ambas reinas fueron en contra de lo establecido, no solo por ser reinas en un mundo dominado por hombres, sino de amar a quienes quisieron pese a las consecuencias. Hoy siendo 8 de marzo, debemos recordar la historia de estas y de muchas otras, que lucharon por la igualdad en los derechos de la mujer, derechos como los de amar libremente.

Fig. 9. Emma Stone, Olivia Colman, y Rachel Weisz en La Favorita (2018).


Para saber más

Buckley, V. (2005): Christina, Queen of Sweden. London: Harper Perennial.

Ferrer, S. (2014): La primera reina británica, Ana Estuardo (1665-1714).

Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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