John Dee. El astrólogo de la realeza

Jose M Gil

Quizás la figura más relevante en el panorama de la corte de la reina Isabel I fuese John Dee (1527 – 1608). Fue un gran astrónomo y el matemático más avanzado que existió en su tiempo, además de un gran instruido. Escribió un importante documento sobre la primera traducción realizada de la obra de Euclides. Uno de sus trabajos más destacados fue la misión de realizar los cálculos en los que se basaría la reforma del antiguo calendario.
John Dee ha sido estudiado en profundidad, llegándose a hablar de dos etapas bien diferencias de su vida. Por un lado, una primera que correspondería a su carrera en Inglaterra como el mago de turno de Isabel I de Inglaterra. Durante esta período se le llegó a considerar el nigromante y matemático que inspiró el progreso técnico de su tiempo. Por otro lado, la segunda etapa - que se inicia en 1583 – corresponde a la segunda carrera de Dee, la cual empieza tras su marcharse de Inglaterra. Tras su partida acaba en Europa Central como jefe de un movimiento alquímico-cabalístico que se hace famoso y causa furor.   
Dentro del arte del ocultismo uno de los nombres que transcendió fue el de John Dee, gracias a que su trayectoria estuvo ligada al reinado de Isabel I en Inglaterra. Desarrolló su carrera a lo largo del s.XV convirtiéndose en uno de los hombres más influyentes de este período. Dee estuvo relacionado con todo el mundo del misterio y desarrolló varias obras al respecto de las que hablaremos a continuación. Además de investigar en el ocultismo y la magia, Dee fue inventor, geógrafo y alquimista.
Vida y obra de John Dee
Nació el 13 de julio de 1527 en Inglaterra, concretamente en Londres. Su padre Roland fue un mercero y cortesano menor. Dee era un estudiante excepcional desde el principio, llegando incluso a ingresar en la Universidad de Cambridge cuando tan solo tenía quince años. Fue nombrado miembro fundador del Trinity College de Londres como reconocimiento por sus aptas habilidades.
Tras finalizar sus estudios universitarios viajó por el continente europeo para continuar formación hasta el 1550. Además, será en París donde alcanzaría gran fama gracias a sus intervenciones en una conferencia sobre el recién exhumado Euclides. Un año después volvería a Inglaterra, donde comenzaría a trabajar para la reina María Tudor como su astrólogo (Fig. 1). Sería durante estos años cuando establecería una estrecha relación de amistad con la futura reina Isabel.
Fig. 1. Retrato de María Tudor, reina de Inglaterra.

Isabel protegió a Dee contra las acusaciones de práctica de brujería y magia de las que se le acusaron y por las que fue encarcelado hasta 1555. Además, le proporcionó ayuda económica para el desarrollo de sus actividades.
Dee desarrolló varios trabajos dentro de la corte de Isabel I, además de astrología tal y como había practicado durante el reinado de María Tudor, también trabajó en el desarrollo de los Horóscopos. Usó sus conocimientos para facilitar un día propicio para la coronación de la reina Isabel.
Durante el tiempo que ostentó poder, Dee lo aprovechó para impulsar el desarrollo de las ciencias, la navegación y la cartografía. Uno de los mayores trabajos que realizó fue la construcción de su propia biblioteca, recopilando volúmenes que habían sido repartidos en diferentes iglesias y monasterios. Llegó a reunir más de cuatro mil libros, siendo probablemente la biblioteca privada de carácter científico más grande de toda Europa. Posteriormente vendió la biblioteca para poder sobrevivir. Fue un ferviente defensor de las matemáticas, un respetado astrónomo y un experto en la navegación. Dee se involucró tanto en la ciencia como en la magia, investigando los ángeles, la magia cristiana y la filosofía hermética. El resto de la vida de John Dee trascurre entre el mito y la realidad.
Cuando regresó a Inglaterra, el zar de Rusia lo invitó a trasladarse a la capital, Moscú, en calidad de consejero científico del zar. Percibiría un salario de dos mil libras esterlinas al año, una enorme cantidad para la época, equiparable a unos doscientos cincuenta mil euros actuales. Sin embargo, John Dee rehusó. Quizás por la oposición de la reina Isabel de Inglaterra o por amenazas diversas. Posiblemente, temió que el zar le obligase a poner en práctica los secretos que había descubierto, para asegurar a Rusia la dominación del mundo.
Existen pocos datos acerca de sus últimos años de vida. Vivió sus últimos años en Mortlake, donde murió a fines de 1608 o principios de 1609 sumido en la pobreza. En parte, debido a que el rey Jacobo I, sucesor de Isabel, le negó su pensión. Tanto su lápida como su registro de entierro han desaparecido.
Estudios y pensamiento
En primer lugar debemos destacar que son pocos los datos que nos han llegado sobre los numerosos escritos de Dee. La mayor parte de sus notas desaparecieron en el incendio de su casa que tuvo lugar en 1597, cuando unos desconocidos aprovecharon su ausencia para asaltar su casa. Se calcula que cuatro mil obras y cinco manuscritos desaparecieron, así como un gran número de notas. Las que se conservan constatan muy bien el interés e importancia de los números.
En 1564 publicó un libro titulado “Monas Hieroglyphica” (La mónada jeroglífica) (Fig. 2). En el Dee estudiaba un símbolo que representaba la unidad de toda creación. Este incluía en su forma a los principios más elementales que rigen el universo. Este escrito fue acogido con gran admiración por muchos contemporáneos a Dee. Posteriormente, en 1570, Dee publicó un prólogo sobre matemáticas en la que fue la primera traducción al inglés de la obra “Los Elementos” de Euclides.
Fig. 2. Portada de Monas Hieroglyphica.

Ya en la década de los 80, Dee comenzó a dedicarse cada vez más a los estudios sobrenaturales sobre estenografía. Finalmente en 1581 tuvo una aparición de algo sobrenatural que denominó como ángel en sus escritos. Según Dee, el ángel le proporcionó un espejo negro de antracita, (Fig. 3). A través de este espejo podía ver otros mundos e incluso mantener conversaciones. Estas charlas fueron anotadas y publicadas en 1659 con el título de “Verídico y fiel relato de lo que pasó entre el doctor John Dee y unos espíritus”.
Fig. 3. Espejo de antracita perteneciente a John Dee. Museo Británico.

Dee se comunicaba con estos seres a través de una lengua que él mismo denominó lengua enoquiana (se trata de la primera lengua no humana de la que existe constancia). Construyó sin duda una lengua completa, con su alfabeto y su gramática. Muchos de estos textos fueron destruidos. En 1582 conoció a Edward Kelly también conocido como
Edward Talbott, involucrado en este mundo paranormal, y que ayudó a Dee en sus contactos sobrenaturales. Kelly convenció a Dee de viajar por Europa y consiguieron audiencias con Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano (Fig. 4) y Esteban I de Polonia (Fig. 5). No obstante, ninguno creyó sus teóricas conversaciones con los ángeles.
Creía que los números eran la base de todas las cosas y la puerta al conocimiento, que la obra de Dios era un acto de “numeración”. Su magia cabalística angelical y sus trabajos en matemáticas prácticas eran simplemente los extremos exaltado y mundano del mismo espectro. Su objetivo final era ayudar a sacar adelante una religión mundial unificada, curando la brecha entre las Iglesias Católica y Protestante estaba más en auge.
Fig. 4. Retrato de Rodolfo II, Emperador del Sacro Imperio Romano
Fig. 5. Retrato de Esteban I Bathory, rey de Polonia.

La corte de Isabel I de Inglaterra
Isabel I de Inglaterra fue la primera y principal mecenas que tuvo John Dee. Aunque la relación del astrólogo con la monarquía inglesa había comenzado ya en el reinado de la hermana de Isabel, Maria I de Inglaterra. Cuando ascendió al trono María Tudor en 1533, Dee fue invitado a realizar el cálculo de la natividad de la reina. Al mismo tiempo, su hermanastra, la princesa Isabel, también pidió al mago que realizase su horóscopo. Incluso consiguió que Dee la dejase comparar los horóscopos de ella y la reina.
María fallece en 1558 y la sucede en el trono la princesa Isabel (Fig. 6). John Dee fue llamado entonces de inmediato por el favorito de la reina, Robert Dudley – futuro conde de Leicester -, para que el mago valorase el día más favorable para la coronación de la futura reina. Este tipo de predicciones eran conocidas como astrología horaria, la cual formaba parte de la adivinación pero requería de un aspecto, el cielo. Debía contemplarse justo en el mismo momento en que se realizase la predicción.
Fig. 6. Retrato de Isabel I de Inglaterra.

La teoría que hace depender los acontecimientos históricos en base al movimiento de los astros fue una influencia claramente sasánica, que llegó a Occidente a través de la obra de Juan de Sevilla, la cual era una obra árabe traducida. La interpretación histórica en base a los astros dependía mayormente de las conjunciones de los grandes astros, Júpiter y Saturno. Se tenía la creencia que dependiendo de estas conjunciones se podía determinar el nacimiento de personalidades tan importantes como el Jesucristo o Mahoma.
A raíz de la traducción de Juan de Sevilla, se realizaron diversas profecías, incluyendo el diluvio universal o la retirada de Gengis Khan de la campaña de China. Incluso se determina el nacimiento de personalidades no relacionadas con la monarquía como Nostradamus, el cardenal Pedro d’Ailly o el astrólogo español Diego de Torres Villarroel. Estos tres predijeron a su vez la Revolución Francesa.
Vida tras la corte isabelina
En los primeros años de la década de 1580, Dee cada vez estaba más desconforme con el progreso del aprendizaje sobre los secretos de la naturaleza. Además, estaba desilusionado con la falta de influencia y reconocimiento que tenía su imagen. Es por esto, que volvió su mirada hacia lo sobrenatural, tal vez como un medio de adquirir sabiduría y reconocimiento. Específicamente, buscó ponerse en contacto con espíritus angelicales a través del uso de un "scryer" o bola de cristal, que actuaría como un intermediario entre Dee, su vidente y los ángeles, como ya hemos comentado.
Estas "conferencias espirituales" fueron conducidas con un halo de completa piedad cristiana. Se realizaban siempre después de períodos de purificación, oración y ayuno, ya que Dee estaba seguro de que estos beneficiarían al contacto con los espíritus.
En 1583, Dee llego a reunirse con un noble polaco llamado Albert Laski, el cual lo invitó a que lo acompañase a su regreso a Polonia. Pero resultaba que el noble polaco estaba en bancarrota y sin ningún tipo de favor en su propio país. Tras esto, Dee y Kelley comenzarían a viajar por toda Europa Central sin descontinuar sus conferencias espirituales que quedaban registradas. Durante sus viajes tuvo audiencias con diversos monarcas. Les intento hacer ver la importancia de sus comunicaciones angelicales. Podemos destacar el encuentro que tuvo con el rey polaco en el castillo real en Niepołomice, cerca de Cracovia. Esta reunión fue a posterior muy analizada por diversos historiadores y escritores polacos.
En una conferencia espiritual en Bohemia, en 1587, Kelley informó a Dee, de que el ángel Uriel le había ordenado que ambos debían compartir sus esposas (Fig. 7). La orden del ángel supuso para Dee una gran angustia, pero no dudo de su veracidad y siguió con lo establecido en la conferencia. Aunque posteriormente interrumpió la conversación y dejó de ver a Kelley. Tras esto, regreso a Inglaterra en 1589.
Fig. 7. John Dee y Edward Kelly durante sus trabajos espiritistas.
Muerte y posterior relevancia
Cuando Dee regresó a Inglaterra tras seis largos años en el extranjero, encontró su casa y su vida anterior desmoronadas. Además, muchos de sus instrumentos fueron saqueados y robados por lo que buscó la ayuda de la reina Isabel I (Fig. 8). Esta, le nombró director del Christ’s College en Manchester en 1595. Dicho colegio había sido reformado tras el restablecimiento de la doctrina protestante en Inglaterra. Pero, John Dee no consiguió que sus becarios le respetasen, ya que cuando tenían oportunidad le engañaban o traicionaban. Nada más comenzar su mandato como director, fue consultado sobre la posesión infernal de siete niños. Apenas mostró interés por lo sucedido, aunque dejó que utilizarán la biblioteca para buscar información de lo que le sucedía a los niños.
Fig. 8. Retrato de John Dee durante uno de sus experimentos frente a la reina Isabel I y su corte. 

Una vez fallecida Isabel, le sucede en el trono el hijo de la difunta María Estuardo, Jacobo I. Este monarca sintió una gran indiferencia por todo lo relacionado con lo sobrenatural, por lo que no otorgó ayudas al astrólogo. Por lo tanto, los últimos años de la vida de John Dee estuvieron sumidos en la absoluta pobreza, llegando incluso a vender sus posesiones más preciadas para poder mantener a su mujer e hija. Dee murió entre 1608-09, a los 82 años. 
Dee fue durante su vida un personaje que levanto múltiples opiniones entre sus congéneres, pero esto se verá aumentado tras su fallecimiento. Sus contemporáneos tenían una percepción diferente de la personalidad de él. Por tanto, entre los científicos, estudiosos, investigadores y navegantes, Dee era una referencia a la que acudir para pedir ayuda y consejo. Los nobles y los poderosos fueron sus grandes mecenas, no solo por sus conocimientos científicos, sino por sus extraordinarios poderes sobrenaturales y sus saberes mágicos. Por el contrario, para el pueblo no era sino un vulgar hechicero que tenía un contacto directo con el demonio. Al morir, comenzó a surgir la leyenda de que John Dee era un nigromante. Leyenda que se vio favorecida tras la publicación de sus diarios. En diversos círculos empieza a ser considerado como un gran poseedor de conocimientos místicos.
A lo largo del s.XVIII se acrecentó el interés por su vida y obra, hecho que durara hasta el s.XIX, con la impresión de su biografía y diversas novelas que aumentaron la fama nigromántica de Dee. Estas novelas fueron esenciales para crear una imagen del astrólogo y mago, como la de un hombre siniestro que adoraba al diablo y la muerte.
Durante el s.XIX se comenzó a publicar gran parte de los escritos privados de Dee, divididos en dos partes: uno, el llamado diario personal; y el otro, el ya mencionado diario espiritual. El diario personal estaba compuesto por dos tomos, fue transcrito e impreso, además omitir múltiples informaciones. Mayor tamaño tenía el diario espiritual, también denominado Liber Mysteriorum, el cual estaba compuesto por más de una docena de libros. Los primeros cincos, que abarcan los años de 1581 al 1583, se conservan como manuscritos en la British Library.
En resumen, mucho se ha contado sobre John Dee, aunque nunca se sabrá que era mito y que realidad. Lo que si queda claro, es que fue un gran estudioso de las ciencias como la astrología y las matemáticas, y un gran conocedor de los más diversos temas sobrenaturales. Tal vez, fuese la curiosidad de Dee lo que le impulsase a querer saber más. O quizás el estudio de reputados mistéricos como Trithemius o Agrippa, lo que desembocase en que Dee quisiese entablar conexión con las altas esferas espirituales.
Por otro lado, es curioso ver como las altas esferas hacían cola por tener un poco de tiempo con el afamado astrólogo. Nadie escapa a querer saber sobre los designios del futuro, nobles, ricos y reyes. Es bien sabido que Isabel I de Inglaterra no hacía nada sin consultar a Dee, era tal su influencia en la reina que llegó a desempeñar un papel crucial en la política isabelina. Sirvió de asesor de la reina e incluso tutor de la misma.
Dedicó gran parte de su vida a encontrar y comunicarse con los ángeles (Fig. 9), con el fin de encontrar el lenguaje universal de la creación e intentar unificar a la humanidad antes del apocalipsis. Además, nunca tuvo distinciones entre sus investigaciones matemáticas y los diversos estudios de magia hermética, invocación de ángeles y adivinación.
En definitiva, Dee fue un personaje relevante de su época que estuvo en boca de todos los grandes importantes de su época. Pese a que se lo disputasen varios monarcas, acabó sus días sumido en la miseria y sin saber, que su gloria llegaría años después de su muerte. En la actualidad es considerado un erudito serio y uno de los hombres más cultos de la Europa del s.XVI.
Fig. 9. Retrato de un arcángel. 

Referencias bibliográficas 
Bergier, J. (1975): Lo que vio John Dee en el espejo negro en Los Libros Condenado. Editorial Plaza & Janes S.A. Esplugas de Llobregat (Barcelona).
Rey, M. (2004): “Voces espirituales: el mago Dee y la reina virgen” en Rey Bueno, M. Magos y Reyes. El ocultismo y lo sobrenatural en las monarquías. Editorial Edad S.A. Madrid. p. 143-158.

Jose M Gil / Autor

Historiador, divulgador, colaborador e investigador de cultura e historia LGTB+ .

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